Kamala Harris se lanza a la conquista de los Estados clave
A menos de un mes para las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre, Kamala Harris y Donald Trump saben que el tiempo se agota y toca dar el sprint final para alcanzar la Casa Blanca. Con esa determinación, la vicepresidenta y candidata demócrata iniciará hoy una maratoniana gira por los Estados clave de Pensilvania, Michigan y Wisconsin para intentar de recuperar el respaldo del llamado ‘muro azul’, donde el republicano Donald Trump sigue ostentando una ligera ventaja en las encuestas.
Aunque la campaña de Harris se ha esforzado en trasladar a los medios que la diferencia en los sondeos es tan reducida que se puede hablar de un empate técnico, tanto ella como sus asesores saben que el mero hecho de perder en alguno de estos tres Estados haría prácticamente imposible vencer los comicios.
Hombres e indecisos
Así ha ocurrido históricamente cuando estos feudos tradicionalmente demócratas han caído en manos de los republicanos. La estrategia a seguir es clara: convencer a los votantes, en especial a electores hombres y a los indecisos de que Harris es la mejor opción frente al discurso agresivo, nacionalista y antiinmigración de Trump. Esa será la misión que iniciará la candidata hoy en su primera parada en Erie, Pensilvania, a la que seguirán otras dos visitas, a Detroit (Michigan) y Milwaukee (Wisconsin). Según la media nacional de encuestas recogida por la web RealClearPolitics, el líder republicano va por delante en Michigan y Pensilvania mientras que la vicepresidenta ostenta una ligera ventaja en Wisconsin. La progresiva pérdida de entusiasmo hacia la aspirante demócrata parece obedecer a varios motivos. Según detallaron representantes demócratas al portal The Hill, los votantes «perciben que está perdiendo confianza» y entienden que carece de herramientas para desenvolverse en temas sobre los que no tiene un completo dominio. En la feroz batalla frente a Trump, Harris jugó ayer una nueva carta: la de la salud. Para ello, publicó un informe que recoge que a sus 59 años goza de la «resiliencia física y mental necesaria» para desempeñarse como presidenta y pidió a Trump que haga lo propio.