El ex primer ministro pretendía redefinir fronteras
Heath planeó en 1972 una limpieza étnica en el Ulster
El ex primer ministro conservador Edward Heath planeaba en 1972 hacer una «limpieza étnica» en Irlanda del Norte para redefinir la fronteras y que la habitaran sólo protestantes. En un momento
Según documentos desclasificados, difundidos por ley treinta años después de los hechos, el Ejecutivo pretendía desahuciar a cientos de miles de católicos para trasladarlos a ciertas zonas que serían devueltas a la República de Irlanda. La revelación de estos planes, los más drásticos diseñados por un Gobierno británico sobre Irlanda del Norte, ha causado conmoción y polémica en el Reino Unido, donde los analistas hablan de «limpieza étnica». De hecho, en sus informes los ministros conservadores describían la necesidad de crear una «comunidad abiertamente sectaria» para los protestantes, a expensas de al menos 300.000 católicos que hubieran sido desplazados. Los artífices sabían que la población católica opondría «una gran resistencia» al plan, por lo que aconsejaban el uso «completamente despiadado» de la fuerza. En ese momento, en Irlanda del Norte se vivía una situación de escalada de la violencia: más de 500 personas murieron en 1972 y se temía una guerra civil. El Gobierno norirlandés liderado por el unionista Brian Faulkner había sido suspendido y Londres volvía a gobernar sobre la provincia por primera vez en cincuenta años. La propuesta le fue presentada a Edward Heath el 23 de abril de 1972, dos días después de otra fecha maldita para los norirlandeses, el «Viernes Sangriento»: 11 personas murieron y 130 fueron heridas en una serie de atentados con bomba en Belfast, tras el cese de una tregua del Ejército Republicano irlandés (IRA). En un prólogo al documento -clasificado de «Máximo secreto: sólo para ojos británicos»-, el entonces ministro del Gabinete, Sir Burke Trend, escribió en relación al plan: (está) «explícitamente enfocado a una situación en la que estamos a punto de perder el control si no adoptamos medidas verdaderamente serias». «En gran medida -proseguía Trend-, (el plan) dependería del nivel de cooperación local con el que contáramos para mantener servicios básicos y de la lealtad de la RUC (la policía norirlandesa). «A menos que el Gobierno esté preparado a hacer un uso despiadado de la fuerza, la probabilidad de imponer un situación de partición, junto con el traslado obligatorio de parte de la población, no será sino insignificante», concluye el informe.