Diario de León

OPINIÓN Enrique Vázquez

¿Ruido o nueces?

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Corea del Norte anunció abruptamente ayer su decisión de retirarse con efectos inmediatos del Tratado de No Proliferación Nuclear y causó una conmoción internacional, pero en seguida hizo saber que podría reanudar el diálogo si concluyen las sanciones y, concretamente, los envíos de fueloil gratuito interrumpidos en noviembre. La conclusión provisional de los medios políticos, no de los gobiernos, unidos sin matices y con la sola excepción de China, en descalificar el gesto y mostrar gran preocupación, es que en el fondo la decisión es parte de la pugna con EE.UU. y el agrio tono mostrado en Pyongyang -los imperialistas americanos y sus esbirros regionales y cosas por el estilo- parte de una retórica que no oculta la necesidad, si no el deseo, de alcanzar un acuerdo. Algo hay, sin embargo, de sorprendente y anómalo: el tremendo gesto llega cuando Washington había hecho saber, con algunas precauciones semánticas y matices para salvar la cara, que aceptaba negociar con Corea del Norte. La posición invariable de Pyongyang, en efecto, es la de negociar directamente y sin condiciones previas con Estados Unidos. Y sin intermediarios... En realidad tal diálogo había comenzado: trascendió que se había celebrado una reunión entre funcionarios de cierto nivel y Bill Richardson, demócrata, antiguo Secretario de Energía y embajador en la ONU. No es, por la condición del norteamericano, una sesión oficial, pero no hay duda de que un informe sobre la misma está ya en la Secretaría de Estado. El intermediario más notorio, Corea del Sur, ha hecho una declaración de disgusto, pero es el autor intelectual de la postura moderada de Washington y le ha propuesto que, sin llegar al Pacto de No Agresión que pide el Norte, le ofrezca alguna clase de garantía de seguridad, bilateral o multilateral que confirme su soberanía nacional y su independencia. Este procedimiento u otro y la eventual reanudación de la provisión de combustible para centrales clásicas podría y debería para el golpe y devolver a un terreno práctico y hasta prosaico lo que hoy es, formalmente, una inaceptable crisis de acentos atómicos.

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