Diario de León

El canciller Schroder y el presidente Chirac dan un puñetazo encima de la mesa para alertar de que la UE amenaza con ser ingobernable

París y Berlín piden más Europa

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Félix Soria Corresponsal de BRUSELAS.
León

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El Tratado de la Unión Europea (UE), que hace dos años fue superficialmente reformado -lo justo para hacer posible la ampliación-, se ha convertido en un corsé. A su vez, la llamada Convención Europea, una especie de asamblea de notables cuyo objetivo es rediseñar las instituciones de la UE, ha caído en la trampa de los debates conceptuales, sin apenas aportar soluciones concretas y útiles para la construcción de la casa común. Mientras, el tiempo corre y los futuros países socios ultiman su integración. En ese escenario y contra el reloj, Francia y Alemania han reverdecido el histórico eje París-Berlín para salir del callejón. Preguntas clave 1. ¿En qué consiste la propuesta de Jacques Chirac y Gerhard Schroder? La iniciativa franco-alemana es aparentemente simple, pues en esencia propugna dos cosas. Primera, que la presidencia del Consejo de la Unión deje de ser rotatoria (en la actualidad el cargo es ocupado cada seis meses por cada uno de los primeros ministros de los Estados miembros). Y segunda, que el presidente de la Comisión Europea sea elegido por la Eurocámara. 2. ¿Por qué ha generado tan viva polémica la iniciativa franco-alemana? La reforma que demandan Schroder y Chirac tiene doble fondo, pues desnacionaliza las cúspides legislativa y ejecutiva de la UE, otorga mayor peso político a la Eurocámara y, a medio plazo, acelerará la puesta en marcha de políticas comunes, más allá de las referidas a los mercados y a las finanzas. 3. ¿Qué socios apuestan por acelerar el paso y cuáles son reacios a ello? Schroder, hábil, antes de consensuar posiciones con Chirac, pidió opinión y se ganó el respaldo de Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca y Austria. Mientras que Chirac, por razones partidarias, contaría con el silencio cómplice de los jefes de gobierno italiano e irlandés. El único socio frontalmente contrario a desnacionalizar, aunque sea lentamente, los procesos de decisión de la UE es Gran Bretaña. En las demás capitales, incluida Madrid, las opiniones son equívocas. 4. ¿Qué opinan los demás dirigentes comunitarios? Bruselas considera que la reforma franco-alemana crearía disfunciones institucionales porque, por ejemplo, otorga rango de jefe del ejecutivo al presidente del Consejo de la UE, lo que solaparía funciones de su homólogo de la Comisión; amén de otros problemas similares de orden operativo. Sin embargo, en la Comisión Europea subyace el temor a que un presidente del Consejo elegido por los Estados miembros o por la Eurocámara lamine las competencias de los comisarios. 5. ¿Qué posibilidades de éxito tiene la propuesta? Ninguna. Chirac y Schroder no aspiran a imponer sus criterios. Su objetivo es más modesto, pues se contentarían con tirar abajo las prevenciones partidistas y de corte nacionalista que en el seno de la Convención impiden debatir sin miedo el ordenamiento del futuro Estado plurinacional europeo. 6. ¿Qué efectos ha tenido la iniciativa franco-alemana? Ha obligado a los Quince a prestar más atención a la urgente reforma que necesita la UE. No en vano, el conflicto iraquí, la agresividad económica de EE. UU. y mil y un problemas de orden nacional habían ocultado que la Unión es poco operativa y amenaza con ser ingobernable.

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