OPINIÓN Ignacio Ramonet
Guerra inminente
«Se terminó el juego» declaró el presidente Bush. O sea, como dice la canción : «Se acabo el alboroto, y ahora empieza el tiroteo». Mal momento. Nadie dudaba, desde hacía semanas, de que tendría lugar la guerra de EE.UU. contra Irak. Washington quiere con frenesí ese conflicto y nada parece poder impedirlo. Pero los observadores pensaban que empezaría a principios de marzo. Y nunca antes. ¿Por qué? Pues porque, desde el 24 de enero pasado y hasta finales de febrero, es la época de la gran peregrinación a La Meca, ciudad sagrada del islam. En estos momentos hay allí concentrados, procedentes de todo el mundo, más de dos millones de musulmanes... Casi todos con sentimientos muy antiamericanos. Y a escasas leguas de algunas de las principales bases militares... Si el conflicto estalla en los próximos días- como algunos lo están vaticinando - se armará en La Meca un caos hypercolosal. Por imperativos militares, los aviones de los peregrinos se verán impedidos de volar en un cielo saturado por decenas de aeronaves que cumplen misiones de guerra. Bloqueados en la ciudad santa, miles de buenos musulmanes no podrán regresar a sus países y pasarán a depender - en alojamiento, comida, bebida, asistencia médica - de las autoridades saudís, reputadas por su excepcional incapacidad organizativa. Todo ello creará una formidable atmósfera explosiva cuyo estallido de ira no podrá esta vez ahogarse en sangre. Podría extenderse hasta la propia capital, Ryad, y acabar por derrumbar a la dinastia saudita. Incluso es posible que, en Washington, algunos perversos consejeros de Bush hayan imaginado empezar antes la guerra para provocar así la caída de la reaccionaria monarquía de Arabia saudita (que EE.UU ha sostenido siempre, pero de la que han empezado a distanciarse) como primer acto del gran zafarrancho que prometen para toda la región. Algunos «expertos» pretenden que Washington va en efecto a intervenir no sólo en Irak sino, de paso, en el conjunto de la región, para desembarazarla por fin de todas las dictaduras que por allí hay. Y por eso nos invitan a aplaudir tal empresa de «democratización del mundo arabe»... El fin (la democracia por venir) justifica los medios (la guerra preventiva). Este cuento de hadas no lo puede creer nadie que conozca la historia de las intervenciones militares norteamericanas. EE.UU. ha sembrado dictaduras por doquier. Principalmente en América,, en donde nadie ha olvidado las sangrientas tiranías de Batista en Cuba, de Trujillo en Santo Domingo, de Duvalier en Haiti, de Somoza en Nicaragua, de Ríos Montt en Guatemala, de Pérez Jiménez en Venezuela, de Stroessner en Paraguay, de Videla en Argentina y de Pinochet en Chile, para citar la más memorables. El proyecto de establecer una democracia en Irak es poco creíble, puesto que Washington apoya a algunas de las más espantosas autocracias de la región: Egipto (uno de los países con más presos político del mundo, más de 20 000...); Arabia saudita (foco principal del islamismo radical); los Emiratos del Golfo, Pakistan (protector de los talibanes)... El argumento propagandístico es excelente: morir por la democracia. La realidad mucho mas prosaica: conquistar el petróleo irakí.