Diario de León

OPINIÓN Julia Navarro

El secreto de Polichinela

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¡Por fin un verdadero debate en el Parlamento entorno a la guerra que se prepara contra Irak! El cambio de actitud del PP -aceptando un formato que permite réplicas y dúplicas, cosa que no sucedió en debates anteriores-, es, sin duda, el primer fruto de las manifestaciones del pasado fin de semana. De hecho, a lo largo del debate, en las palabras del presidente del Gobierno se reflejó una y otra vez el dolor de la herida política infligida por las multitudinarias manifestaciones. Manifestaciones cuyo significado, por cierto, el señor Aznar, intentó traducir como si sólo hubiesen sido un grito a favor de la paz y no -y como paso previo inexcusable- un «no» rotundo a la guerra. Compareció el presidente con el acuerdo del Consejo de Europa bajo el brazo. Acuerdo que presentó como un fruto valioso del consenso de los 15 que todavía confían y apuestan por la paz omitiendo el papel dinamitero desempeñado por España en las últimas semanas apoyando el unilateralismo del Gobierno norteamericano en detrimento de las posiciones contrarias a la guerra que defienden Francia y Alemania. Pero en fin, conseguido un consenso de mínimos en Bruselas -gracias a la labor componedora del ''premier'' griego Simitis-, el presidente llegó al Congreso con el discurso de un consenso que en apariencia la oposición no tendría otra opción que apoyar, porque de lo contrario sería tanto como estar en contra de Europa. La estrategia era clara: colocar a Zapatero ante la disyuntiva de apoyar al Gobierno -tal era presentado el dilema- o marginarse respecto de la decisión tomada por los 15. Esa era la disyuntiva. Pero Zapatero no cayó en la trampa. Le recordó al presidente cual viene siendo la posición del Gobierno español en esta crisis, le reprochó que se haya puesto del lado del Gobierno de los EEUU -en lugar de sumarse a las posiciones de Francia y Alemania- y, fue más allá: le exigió que rompiera el compromiso que tiene con Bush. «Le exijo que rompa ese compromiso. Se lo exijo en nombre de los millones de españoles que se han manifestado estos días en contra de la guerra». Una hora antes de iniciarse el pleno, Manuel Marín comentaba cuál iba a ser la estrategia que seguiría Aznar en el debate. Acertó. Como digo, Aznar intentó -sin éxito- llevar a Zapatero a decir si o no sin matices a la resolución de Bruselas. El líder del PSOE, no picó y emplazó al presidente a que responda a la cuestión de fondo que resume el drama que se anuncia en todo esto. Cuando dentro de unos días en el Consejo de Seguridad se decida si EEUU cuentan o no con el respaldo de la ONU para atacar Irak, ¿qué va a votar España? ¿Se abstendrá como harán Francia, Rusia y China o, por el contrario, votará afirmativamente como prefigura la política seguida por Aznar? El presidente no quiso o no se atrevió a desvelar el secreto. Seguramente porque política y electoralmente los tres millones de manifestantes del sábado, pesan mucho, pero en la Cámara nadie parecía ignorar la respuesta porque lo cierto es que a estas alturas de la crisis, en España, todo el mundo conoce el secreto de Polichinela.

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