OPINIÓN Antonio Papell
Una apuesta muy arriesgada
Paradójicamente, a pesar de que el viernes los inspectores de Naciones Unidas fueron más optimistas con relación al desarme de Irak y el propio Hans Blix afirmaba que el objetivo podría lograrse «en meses», la guerra está más cerca que nunca. Los tres halcones del Consejo de Seguridad, Estados Unidos, el Reino Unido y España, han anunciado que someterán a votación una resolución que contiene de hecho un ultimátum: Sadam tiene de plazo hasta el próximo día 17 para desvelar completamente sus arsenales prohibidos. Y puesto que Bush ha reiterado que Washington irá a la guerra en cualquier caso, los presagios no pueden ser más negros. De un lado, la tragedia se cernirá sobre los iraquíes. Pero, además, de otro lado, las grandes instituciones internacionales que han garantizado la estabilidad desde la segunda Gran Guerra perecerán en la hoguera de esta obstinación, que no puede ocultar que los móviles de la guerra que se prepara poco tienen que ver con el desarme del sátrapa iraquí. La apuesta española es, pues, muy arriesgada, ya que nuestro país se expone a tener que apoyar una guerra ilegal o a desmarcarse en el último momento, lo que lo colocaría en una posición ridícula.