OPINIÓN Valentí Puig
Las guerras de la ONU
La crisis de Irak puede deteriorar la vigencia de las Naciones Unidas si no se teje un nuevo consenso en el Consejo de Seguridad. Si los Estados Unidos y sus aliados más próximos intervienen militarmente contra Sadam Huseín sin esperar a más resoluciones se dará un extrañamiento tanto de sectores la opinión pública internacional como de los países más pequeños. Si Francia se sale con la suya o impone el veto, la propia naturaleza de la ONU va a iniciar un peligroso proceso de desintegración. Estaríamos ante un vacío en el desequilibrio internacional. Nadie ha puesto en duda que la resolución 1441 da pie al uso de la fuerza, pero algunos países -sobre todo Irak- buscan retrasar su efectividad. Claro está que una intervención de América y sus aliados contra Irak sería considerada por no pocos como un acto de unilateralismo. Curiosamente, la resistencia franco-rusa puede ser el detonante de la intervención norteamericana, salvo que matices de última hora den a Washington la seguridad de que un nuevo y breve plazo es ya el ultimátum definitivo a ese Sadam Huseín que cada día descubre armas cuyo desmantelamiento hace doce años que la ONU está exigiendo. En el orden internacional no existe otra organización con más legitimidad que las Naciones Unidas. Aunque su relatividad a veces ha sido más bien relativa, el Consejo de Seguridad mantiene el poder de decisión gracias a un sistema de vetos. Stalin se lo pidió a Roosevelt cuando Hitler todavía coleaba. Al Consejo de Seguridad le compite mantener la paz y la seguridad internacional, con efecto vinculante para todos los países miembros de las Naciones Unidas. Tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad sus cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia. En realidad, no se ha dado una utilización prolija y cuantiosa de ese derecho, sobre todo en las últimas décadas, y a su existe el arte de la abstención. Desde 1989, Gran Bretaña y Francia no han ejercido el poder de veto, Rusia lo utilizó en 1993 para la cuestión de Chipre, China lo ha usado para operaciones de mantenimiento de paz en algunos países que reconocen a Taiwán y los Estados Unidos han recurrido al veto cuando alguna iniciativa buscaba la aniquilación del Estado de Israel. De todos modos, la Guerra Fría congeló el funcionamiento del Consejo de Seguridad y por eso tuvo tanta importancia la aprobación del uso de la fuerza contra Irak por invadir Kuwait: era el primer hito de la postguerra fría.