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La respuesta ciudadana fue menor que hace un mes, pero centenares de miles de pacifistas tomaron las principales ciudades del país

Cinco millones de voces contra la guerra

Un mes después de que cinco millones de españoles tomaran las calles para gritar su «no» a la guerra en Irak, este

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R.N. - MADRID.
León

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El pistoletazo de salida lo dio una marcha pacifista que a las 10.00 horas salió de Sevilla con destino a la base de Morón de la Frontera. Las viejas demandas de «¡Otan no! ¡Bases fuera!» acompañaron a los 15.000 manifestantes. A su llegada al recinto militar, el actor Juan Diego y el dramaturgo Salvador Távora entregaron al oficial encargado de la seguridad una carta dirigida a los presidentes Bush y Aznar, en la que pedían que los mandatarios escuchen los gritos de paz de todo el mundo. A mediodía fue Bilbao. En la marcha de la capital vizcaína participó la vicelehendakari Idoia Zenarruzabeitia. El clamor de «no más sangre por petróleo» se pudo oír en toda la ciudad. Consignas contra el alineamiento del Gobierno con las tesis de Washington y Londres también se escucharon, durante la mañana, en las calles de Ávila, Cuenca, Soria y Guadalajara. Mientras que en Las Palmas más de 20.000 vecinos, entre ellos numerosos turistas, secundaron la convocatoria de las 30 organizaciones sociales de la «Plataforma Canaria por la Paz», en Huelva fueron 3.000 los asistentes a la marcha pacifista, en Almería 15.000 y 4.000 en Cádiz. En Santander la respuesta ciudadana apenas llegó a las 5.000 personas, seis veces menos que hace un mes. Con la llegada de la tarde, la intensidad de la protesta aumentó. Decenas de miles de personas salieron a la calle en Valencia, Badajoz, Murcia o Pamplona, seguidas una hora después de nuevas marchas en A Coruña, Lugo, Ferrol, Zaragoza, Córdoba, Santiago, Pontevedra, Valladolid, Logroño, Granada... En San Sebastián la protesta tomó forma de cacerolada, en Vitoria los protagonistas fueron unos voluntarios que la semana próxima viajarán a Bagdad como escudos humanos y en Palma de Mallorca el «no» a la guerra fue una cadena humana de dos kilómetros. Desde horas antes del comienzo de la marcha a las 17.00 horas, miles de personas -convocadas por la plataforma Aturem la guerra (Paremos la guerra)- ya inundaban más de 50 calles de la Barcelona para, en una larguísima cadena humana de cinco kilómetros bajo la lluvia, para unir el consulado de los Estados Unidos y la sede del PP, contra la que algunos incontrolados lanzaron pintura y huevos. En la plaza de Cataluña, donde se leyó un manifiesto que sirvió de cierre del acto, no cabía un alfiler a media tarde. Madrid volvió a vivir una jornada histórica. Mucho antes de la hora de la cita (las 18.00 horas) Cibeles, Recoletos y el Prado ya eran una alfombra multicolor de dos kilómetros de longitud en la que más de medio millón de ciudadanos anónimos se mezclaban con una riada de rostros conocidos de políticos, sindicalistas y artistas. Los líderes de IU y PSOE Gaspar Llamazares y José Luis Rodríguez Zapatero, y los secretarios general de UGT y CC.OO., Cándido Méndez y José María Fidalgo, volvieron a estar a en primera línea del «no a la guerra». La convocatoria de Madrid contó con una respuesta similar a la del 15-F, pese a que, como pasó entonces, el ayuntamiento de la capital ayer no reforzó apenas los servicios de transporte y el metro casi se colapsó. En la Puerta del Sol, ante decenas de miles de personas, el premio Nobel de literatura José Saramago leyó un manifiesto. «Ellos creían que nos habíamos cansado de protestas y que les habíamos dejado libres para seguir en su alucinada carrera hacia la guerra, pero se equivocaron. Somos la mosca cojonera del poder. Ellos quieren la guerra, pero nosotros no les vamos a dejar en paz», clamó el literato portugués.

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