Diario de León

OPINIÓN Enrique Vázquez

Solos y sin mucha convicción

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Finalmente, la guerra. El primer ultimátum, al Consejo de Seguridad, no funcionó y vista la determinación de los llamados indecisos (que han resultado muy decididos) y del cuarteto franco-germano-ruso-chino, el trío anglo-hispano-americano retiró el segundo, su borrador de resolución, poco antes de que se anunciara la alocución del presidente Bush. El mandatario confirmó, en realidad, la duda de fondo sobre la conveniencia de la guerra porque aún ofreció a Sadam Huseín, según los anticipos que dieron en seguida Colin Powell y Ari Fleischer, un par de días bien contados para dejar el poder. El secretario de Estado concretó, incluso, que deberían acompañarle «los miembros más cercanos de su familia». De creer un despacho de la agencia oficial iraquí INA, Bagdad «no acepta ni este ni ningún ultimátum» y, por tanto, salvo taumatúrgica decisión del dictador, todo indica que la guerra es un hecho. Dos datos vienen a avalar la impresión: la ONU ordenó a los inspectores del desarme que salgan del país y el general Franks, comandante en jefe, se reunió con el general McKiernan, jefe de las tropas de infantería, en su cuartel general de Qatar. El presidente ha vacilado mucho antes de resolverse a lanzar la guerra porque, sencillamente, no suscita ni un consenso mediocre. Es verdad que cerca de un 60% del público aprueba el recurso a la fuerza a estas horas, pero el cuarenta por ciento restante se divide entre ciudadanos sensibles al hecho cierto -Kofi Annan dixit- de que Washington va sin aval de la ONU y pacifistas puros y duros (alrededor de un quince por ciento) opuestos a toda guerra. Todavía ayer había una ligera mayoría favorable a dar algo más de tiempo a los inspectores, aunque fuera hasta fin de mes (sondeo de Newsweek) y si se espera un auge pro-guerra con el efecto «cierre de filas tras la bandera», no es aventurado afirmar que el respaldo para una decisión tan grave no es rotundo ni, probablemente, será muy duradero. El aparatoso cambio de opinión del New York Times, que se opone a la guerra y calificó la cumbre de Azores como «la del aislamiento» (de Washington) ahorra comentarios. El prestigioso periódico va, con sus editoriales, al encuentro de una de las características más curiosas de la crisis en su escenario doméstico: los ciudadanos cultivados (de diploma de tercer ciclo para arriba) son los más hostiles a la guerra. Es, parece, una guerra para no iniciados...

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