Jay Garner, un ultra en Bagdad

La nominación de Garner es rabiosamente política. La Casa Blanca dejó el nombramiento en manos de los halcones que lidera Rumsfeld. El general Garner abandonó el Ejército en 1997, donde alcanzó su máximo poder durante el mandato de Ronald Reagan, al que asesoró en el diseño de la llamada guerra d e las galaxias (el dispositivo militar mixto, ofensivo y defensivo, que prevé la creación de un avanzado sistema de lanzamiento de misiles con cabezas nucleares controlado a través de varios satélites). En octubre del 2000, Garner fue uno de los dirigentes empresariales y políticos estadounidenses que suscribió una declaración de apoyo a Ariel Sharon; en la que, entre otras cosas, los firmantes se mostraban «indignados por el comportamiento de la dirección política y militar de la Autoridad Nacional Palestina», al tiempo que aplaudían la «sobresaliente paciencia» de los militares israelíes. Garner considera que Israel «es el único país de Oriente Medio que comparte con nosotros [por Estados Unidos] valores democráticos y humanos». La nominación de Garner sólo ha obtenido la bendición de los halcones del Pentágono, de la industria armamentística de EE.UU. y del actual Gobierno israelí. Mientras, el sector más pragmático del propio partido de George Bush, la mayoría de los dirigentes demócratas estadounidenses y prácticamente todos los gobiernos de Occidente consideran que la decisión de la Casa Blanca ha sido «desafortunada». Lo que más preocupa no son las actitudes políticas de Garner, sino la influencia que ejercerá el ultraderechista Rumsfeld en el protectorado iraquí. Los halcones pueden convertir Irak en un polvorín social.