OPINIÓN Pedro Villalar
Poderes ocultos
Existe sustantivo consenso sobre las bondades del libre comercio mundial, que impulsa la competencia y regula y estabiliza los precios conforme a la ley de la oferta y la demanda. Y si embargo, el petróleo, protagonista de la guerra de Irak y una materia prima que tiene la máxima incidencia sobre todos los procesos económicos, está al margen de tales reglas. La OPEP, aunque no monopoliza ni mucho menos el mercado, tiene suficiente poder oligopólico para establecer los precios a su arbitrio. Unos precios de los que depende, en este momento, que la economía mundial se recupere o camine inexorablemente hacia la recesión. La OPEP mantiene acríticamente que el precio del crudo ha de fluctuar entre los 22 y los 28 dólares/barril porque ésa es «la banda ideal». ¿Por qué? ¿Quién ha llegado, y con qué criterios, a semejante conclusión? ¿Qué razones hay para no incrementar la oferta de forma que baje el precio, si finalmente el beneficio de los productores sería semejante? Puesto que ya no hay razones para estimular el ahorro ya que las nuevas prospecciones aseguran el abastecimiento durante muchas décadas, ¿quién decide, en última instancia, la producción y por lo tanto el precio? Todas estas son inquietantes preguntas para iniciados, a las que nadie da conveniente respuesta. Y los ciudadanos que vemos atónitos la evolución del precio de la energía presentimos que estamos en manos de poderes ocultos que actúan a nuestras espaldas y de los que dependemos absolutamente.