Diario de León

El mando norteamericano afirma que alguien lanzó una bengala contra el almacén, custodiado por sus tropas

Varios muertos en Irak al explosionar los marines un depósito de munición

Varias explosiones ocurridas ayer en un depósito de armas iraquíes recolectadas por las tropas de EE.UU., en el campamento militar del barr

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Carmen Postigo - BAGDAD.
León

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El campamento de Al-Rashid, ubicado al sur de Bagdad, era el cuartel militar más importante y extenso del Ejército de Sadam Hussein, uno de los primeros en caer en manos aliadas y utilizado en parte como sede de las fuerzas de EE.UU. El coronel John Pabody, al mando de los «rangers» del II de Caballería de Al-Rasihd, explicó que «poco antes de las ocho de la mañana, nos lanzaron piedras contra un tanque y éste se retiró». «En ese momento -prosiguió- alguien tiró una bengala contra el tanque que se situó ante el polvorín, lo que dio lugar a una serie de explosiones». El coronel reconoció que en el cuartel «había un polvorín con 30 millones de armas cortas y largas, más municiones, cohetes y algunos misiles».« Algunos cohetes y misiles saltaron -dijo- y han caído en el barrio, y provocaron entre 10 y 20 muertos». Sin embargo, un médico iraquí que llegó en una ambulancia dijo que se registraron 38 víctimas mortales. El mulá del barrio, Abdel Karim al-Samari repetía que habló con los mandos de EE.UU. para que frenen las explosiones diarias», en alusión a la destrucción de armas que llevan a cabo en el depósito. Yaser Anuan, ingeniero militar de artillería iraquí, dijo que uno de los misiles caídos en las casas era un Frog-7 y que había advertido a EE.UU. que separe los misiles y cohetes del resto de municiones. Pero, el coronel Pobody dijo que para eso «no tenemos tiempo». Preguntado por un periodista si podría tratarse de un «ataque terrorista», el coronel Pabody respondió que «son ustedes los que tienen que interpretar a partir de mi relato». Según el coronel, «nosotros sólo tenemos un soldados herido con el brazo partido». Las tropas de EE.UU. han establecido un cordón de seguridad en torno al campamento con tanques y blindados y según el coronel, las tropas han ayudado a llevar a los hospitales a las víctimas. El Hospital Militar de Al-Rashid está cerrado a cal y canto y ocupado por los «marines» de EE.UU. El polvoriento barrio de Al-Mohalimia, donde impactaron los misiles, está impregnado de un olor a vertedero, con calles sin asfaltar y casas de dos plantas de la clase media iraquí, era un ir y venir de gentes conmocionadas, rastros de sangre fresca y presurosos entierros de musulmanes en los jardines de las viviendas. Dos casas de doble piso, una frente a la otra, aparecen desplomadas sobre si mismas, completamente en ruinas. La de la izquierda debía pertenecer a una familia cristiana porque entre los escombros asomaba un cuadro de la Virgen María. En medio del estupor de los iraquíes, llegaron varios soldados de EE.UU. a los que los vecinos instaron a irse «go, go», (fuera, fuera), con el ánimo más que encendido. Samir Jazan ha perdido a su padre, a su madre, a su mujer, a sus tres hijos y a otros cuatro familiares, en una sola casa. En total, diez muertos. «Maldigo a los americanos porque crean un depósito de armas cerca de una zona civil. Nos prometen libertad y nos traen bombas», llora. Mientras llora Samir Jazan, un viejo de otra vivienda, asegura que son seis los muertos de su familia.

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