Estados Unidos quiere además gestionar en solitario el petróleo iraquí, segundo productor del mundo
Bush, Blair y Aznar excluyen de Irak durante un año a las Naciones Unidas
La resolución estadounidense propugnando el levantamiento de las sanciones a Irak y el papel que podría desempeñar la ONU en el proceso de recons
El 3 de junio es la fecha tope ante la que se enfrenta el Consejo de Seguridad para aprobarla ya que hasta entonces sigue vigente el mandato del programa Petróleo por Alimentos con el que ahora se gestiona la venta de crudo iraquí. Estados Unidos propone que ese programa desaparezca en cuatro meses y en su lugar la coalición británico-norteamericana gestione las ventas de petróleo bajo la supervisión de un consejo internacional en el que se incluiría a la ONU pero a nivel consultivo, no ejecutivo. La resolución apoyaría la autoridad de las fuerzas de la coalición al mando de Irak durante un año, que se renovaría automáticamente a menos que el Consejo de Seguridad se opusiera. No obstante, el derecho de veto de Estados Unidos y Gran Bretaña podría prolongar el mandato de la coalición indefinidamente ante una eventual oposición del Consejo a una prórroga. Washington y Londres reconocieron por primera vez el jueves en una carta enviada al presidente del Consejo su papel de fuerzas de ocupación y su responsabilidad y obligaciones bajo las leyes internacionales que rigen ese estatus. La propuesta fue recibida positivamente por países como Chile o Angola aunque otros como Rusia o Francia no se mostraron entusiastas dada la falta de protagonismo que se le otorga a la ONU. El embajador español Inocencio Arias se mostró abierto a negociaciones: «El texto se puede mejorar pero creo que es un buen comienzo para solucionar una situación complicada». Mientra, el presidente George W. Bush se ve envuelto en un pequeño escándalo. A Bush le fascina el espectáculo. Y lo demostró sobradamente cuando decidió dar su discurso sobre el final de la guerra desde el portaviones Abraham Lincoln. Pero su aterrizaje en medio del Pacífico en un avión S-3B Viking, que dirigió él mismo y desde el que descendió con toda la parafernalia del piloto profesional como si se tratara del mismísimo Tom Cruise en la película Top Gun, le está creando problemas inesperados. Las acusaciones que le llueven desde varios frentes le costaron a su portavoz Ari Fleisher momentos de mucha tensión el pasado jueves, después de que The Washington Post publicara que la llegada al puerto de San Diego del portaviones se retrasó deliberadamente para que el presidente apareciera ante las cámaras con el mar como único horizonte. El golpe de efecto mediático cuyo coste ronda el millón de dólares -gasto diario de un día de navegación- ha irritado a los demócratas, que le acusan de gastar el dinero de los contribuyentes con fines electoralistas. «El presidente tiene derecho a agradecer a las tropas su labor, lo que cuestionamos es la malversación del dinero de los contribuyentes y el uso del Ejército para arrancar su campaña para la reelección», en palabras del senador Henry A. Waxman, que ha solicitado ante el Congreso una investigación sobre los costos del «espectáculo». Entre las preguntas que se hacen los demócratas destaca la del gasto extra de la utilización de un avión de combate en lugar del helicóptero presidencial para alcanzar el portaviones. «Sólo cuesta 7 dólares más por hora», se defendió Ari Fleisher el jueves, quién admitió que la llegada del portaviones se retrasó pero sólo para que llegara a la hora prevista. «Si no nadie habría estado en puerto para recibir a las tropas», se justificó. Y mientras se despeja o no el escándalo en Estados Unidos, al otro lado del Atlántico Polonia, Alemania y Francia reafirmaron ayer, en su cumbre bienal del triángulo de Weimar, su voluntad de reforzar sus lazos dentro de Europa más allá de las «divergencias indiscutibles» que han tenido y tienen sobre Irak. Los problemas de política internacional dominaron una cumbre que debía haberse centrado en el ingreso de Polonia en la UE.