Terrorismo por todos los lados

Los que hemos estado radicalmente en contra de la guerra de Irak éramos los que más temíamos algunas de sus consecuencias, conscientes de la gravedad del error de haber organizado ese ataque injusto, ilegal y sangriento, aduciendo unas razones que se han demostrado inexistentes. Podrán interpretarse como cada uno quiera los atentados terroristas de Riad, pero negar su relación directa con la guerra de Irak me parecería frívolo e irresponsable. El ataque a Irak ha traído consecuencias horrorosas, pues supone un estímulo o un acicate a acciones como las que acaban de producirse en la capital saudí, con docenas de muertos y centenares de heridos. ¿Qué hay que esperar ahora? ¿El bombardeo y la ocupación militar de Arabia Saudí, hasta ahora con un régimen amigo de USA pero de pronto sospechoso de albergar a Al Qaeda o a otras denominaciones del extremismo islámico? Lo malo es que ahora nadie sabe lo que hay que hacer, porque desde Washington se han cortado, en estos dos últimos años, y sobre todo meses, todas las salidas razonables y sensatas. Si ahora actúan en consecuencia con su filosofía amasada tras el 11-S, nos pueden llevar a un enfrentamiento sideral. Si no hacen nada, se dirá que se doblegan ante el azote terrorista. Y dentro de Irak, el caos y la incapacidad de poner orden por parte de los ocupantes, a la espera de que el recién llegado líder chiíta, Al Hakim, decida la guerra o la paz. Y en España, ETA acapara todas las miradas.