OPINIÓN
El peso de la resistencia
EL MOVIMIENTO de la Resistencia Islámica (Hamas) rompió ayer su diálogo con Abu Mazen y denunció los compromisos asumidos por el nuevo primer ministro palestino. Algo parecido habían hecho el día anterior los Frentes laicos, la Yihad Islámica se mantuvo en un tono algo más conciliador y las brigadas de los mártires de al-Aqsa hicieron saber que no darán un paso en tanto Yassir Arafat siga asediado en Ramallah... ¿Es el descarrilamiento de la hoja de ruta apenas puesto el tren sobre los raíles? No. El Hamás reconoce que mantenía un avanzado diálogo con Abu Mazen (quien se reunió con sus líderes, Abdelaziz al-Rantisi incluido, el mismo que ayer criticó su conducta) para alcanzar una tregua, pero no llamó a reanudar los ataques, sino a manifestaciones de repudio que, en efecto, tuvieron lugar muy concurridas en las mezquitas de Gaza. El reproche central hecho a Abu Mazen tiene un punto común en todo el frente crítico: el primer ministro, quien se comprometió a acabar con la violencia y el terrorismo, no tuvo una sola palabra de condena para la actitud israelí y la feroz represión militar y a su vez terrorista de la Intifada. ¿Se le impidió hacerlo? No es imposible, si se tiene en cuenta que los mensajes de cada parte fueron sometidos a la aprobación de la otra, vista la imposibilidad de emitir un comunicado conjunto. El Hamas, guste más o menos, es la clave de la resistencia en los territorios por su abrumador predominio en Gaza y su opción por los atentados suicidas, que ha sido la sangrienta novedad de esta segunda I ntifada de las mezquitas 0. La dirigencia religiosa ha rehusado frontalmente desautorizar a los kamikaces y sólo el registro político y sus consideraciones tácticas han parado los ataques. Tal parada no parece estar necesariamente comprometida pese a la abrupta ruptura del diálogo anunciada ayer ni siquiera por la muerte de cuatro personas desde que el miércoles se celebró la cumbre de Áqaba, dos por cada parte. Rantisi y los demás han emitido una advertencia: no depondrán las armas y expresan su disgusto con el curso seguido por Abu Mazen, pero eso no significa necesariamente que vayan a lanzar atentados de inmediato. Más bien, desde una posición que mezcla escepticismo y crítica, esperarán a que Sharon cumpla su parte del programa. A ellos les basta con no disparar.