OPINIÓN
Un objetivo con un claro objetivo
EL GOBIERNO israelí quiso matar ayer a Abdulaziz al-Rantissi, un conocido líder del Hamas, y los observadores se preguntan hoy unánimemente si tal decisión es compatible con su papel como protagonista de la Hoja de Ruta, el plan pacificador con los palestinos aceptado oficialmente por ese mismo gobierno. Los misiles disparados sobre su coche en Gaza desde un helicóptero mataron a dos paseantes, una mujer y su hija de ocho años, pero sólo hirieron a Rantissi. Este hombre, descrito generalmente como el portavoz del Movimiento de la Resistencia Islámica, es su jefe político mientras el jeque Amed Yassin es su guía espiritual. El objetivo, pues, era el más ambicioso y contundente en la política israelí de asesinatos selectivos, reaparecida por cierto a este altísimo nivel. ¿Por qué el gobierno Sharon autorizó el ataque en estas circunstancias y con la Hoja en marcha? Técnicamente, el documento no prevé la cancelación del proceso pacificador porque se produzcan violencias que da, de modo realista, como inevitables. De hecho se estaban produciendo y vale la pena enumerarlas para ver más claro. Desde que el gobierno Sharon aceptó la Hoja y hasta ayer por la mañana habían muerto 16 personas, de las que nueve eran palestinos y siete israelíes. Eran víctimas del enfrentamiento, pero diferenciables, distintas cualitativamente si vale decirlo así. El grupo más nutrido se produjo después de la cumbre de Áqaba el miércoles cuando el fin de semana los factores islamistas de la resistencia (Hamas, Yihad y Mártires de al-Aqsa) mataron a cinco soldados, a lo que respondió Israel con la muerte de cinco palestinos y a dos más en la noche del lunes al martes. El lunes, Abu Mazen definió y matizó su política mirando de reojo al Hamas y mostrando su firme voluntad de mantener el proceso. Recibió rápido respaldo desde Washington, incluso con una declaración del propio presidente Bush, quien se declaró optimista y recalcó la necesidad de seguir adelante pese a las violencias esporádicas. Muy notable fue el mensaje de Colin Powell, quien llamó a las dos partes a la contención. En este contexto la decisión israelí de liquidar al jefe político del Hamas es políticamente incomprensible. Salvo que se quiera dinamitar la Hoja apenas nacida, porque ¿quién se sorprenderá si el Hamas se toma rápida y cumplida venganza, como ha prometido ya? Mientras, Abu Mazen ha dado pruebas de que es, un político profesional de largo recorrido: puesto en graves dificultades por los atentados palestinos y la ruptura del diálogo inter-palestino anunciado por Hamas, reaccionó con prontitud, se defendió muy bien, matizó sin renegar (su discurso en la cumbre de Áqaba) y se permitió gestos de firmeza y autonomía muy del gusto de la mayoría social palestina. Matizó y dijo lo que esperaban sus críticos (que en ese asunto eran legión): que su política tiende a aliviar la suerte de los palestinos, resolver el problema de los refugiados y conseguir bajo la supervisión del presidente Arafat un Estado palestino con capital en Jerusalén-este (...). Ahí estaba todo lo que Hamas quería oir. Los muertos y una cumbre improvisada no han matado, pues, la Hoja de Ruta. Pero un asesinato frustrado puede dar al traste con todos los esfuerzos. Todo está en el aire.