Dante vuelve a Jerusalén-oeste

«Primero escuché la explosión y unos segundos después comencé a escuchar los gritos de la gente que corría alejándose del autobús mientras gritaba ¡atentado, atentado!». Lo narra Ofir Alon, un testigo que se encontraba a pocos metros del autobús. La escena no ra la primera de este tipo en la calle Yafa. Desde mediados de los noventa, esta calle que constituye el centro del sector judío ha sido testigo de muchos atentados similares. El autobús de la línea 14 es uno de los más populares de Jerusalén. Recorre el trayecto entre los barrios de Bet Hakerem y Talpiot y atraviesa toda la calle Yafa, una calle llena de comercios a donde diariamente acude gente de toda la ciudad, especialmente por las tardes. Las medidas de seguridad de estos comercios son muy grandes y en los accesos suele haber guardas de seguridad. Hen Kanafo, un guarda de seguridad que estaba trabajando en uno de esos comercios, escuchó la explosión desde la puerta que vigilaba. «Vi a una niña de 14 ó 15 años que salió despedida del autobús. Me acerqué a ella y la asistí hasta que llegaron los primeros equipos médicos«. Hagit Stein fue muy afortunada. La joven bajó de la autobús en la misma parada en la que se produjo la explosión sólo unos instantes antes del atentado. Otro testigo se quedó petrificado. Shirli Rafael, de 25 años, recuerda conmocionado: «Vi a los muertos. Vi manos y dedos seccionados. Vi a un montón de mujeres cubiertas de sangre y que se habían quedado sin piel. Cerca de la puerta del autobús estaba extendido un cuerpo decapitado». Apenas habían transcurrido unos minutos cuando la calle Yafa se llenó de israelíes enfurecidos que comenzaron a gritar consignas como «muerte a los árabes» o «Sharón es un traidor».