Diario de León

Los ex ministros Cook y Short comparecen como testigos de la acusación

La investigación de las pruebas para atacar Irak implica a Blair

La Cámara de los Comunes británica se convierte en un banquillo para el primer ministro

Sadam junto a su familia en una foto tomada del archivo del régimen

Sadam junto a su familia en una foto tomada del archivo del régimen

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Imanol Allende - corresponsal | londres
León

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La guerra de Irak puede que haya finalizado pero el conflicto, esta vez político, se prolonga para sus participantes. Este es el caso del presidente norteamericano George Bush y del primer ministro británico Tony Blair, el primero por las acusaciones del senador Carl Levin de que la CIA ocultó información de los inspectores de armamento de la ONU desplegados en Irak, y el segundo por las críticas vertidas en los Comunes por dos de sus ex ministros que le acusan de haber engañado al país sobre las verdaderas razones para atacar Irak. En Londres las acusaciones partieron del ex ministro de Exteriores Robin Cook, y la ex ministra para el desarrollo internacional Clare Short. El lugar elegido fue el comité de asuntos exteriores de la Cámara de los Comunes que ayer iniciaba la investigación de las pruebas que llevaron a Blair a unirse a Washington para lanzar un ataque militar contra Irak, investigación que ha sido pedida por unos 50 parlamentarios laboristas ante la falta de evidencias de que Irak posee armas de destrucción masiva. Cook fue el primer testigo. El que fuera ministro de exteriores indicó a los parlamentarios que «no me queda la menor duda sobre la buena fe del primer ministro pero fue un error monumental atacar Irak». Cook dejó entrever uno de los motivos de la acción milita, la frustración occidental por controlar el régimen de Sadam Huseín. «Irak era un objetivo para la inteligencia occidental de enorme dificultad, no existía posibilidad de colocar ningún agente occidental y había muy pocas filtraciones del régimen iraquí», indicó Cook. Este también dijo que se mostró muy desilusionado por la calidad de la información de los servicios de inteligencia en el informe presentado por Downing Street en septiembre, «ya que no mostraba ningún motivo para la alarma o que Irak fuera una amenaza seria.» Short tampoco se quedó corta a la hora de criticar al ejecutivo británico por su acción en Irak. «Estoy convencida de que Londres y Washington decidieron ya en el verano de 2002 atacar Irak en el 2003.

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