El canciller Schröder presenta una queja al embajador italiano y Roma responde con la misma medida
Berlusconi agita la Eurocámara en su debut como presidente de la UE
El líder compara a un diputado alemán que lo criticaba con el guardián de un campo nazi
Abucheos, carteles de protesta y muchos rostros sulfurados. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, despachó ayer como el elefante que entra en la cacharrería su primera visita a la Eurocámara en calidad de presidente de turno de la Unión Europea (UE). Tras aguantar paciente críticas que le iban cayendo desde los escaños, Il Cavaliere sacó pecho en las réplicas para tachar de «turistas de la democracia» a quienes más lo cuestionaron e incluso para comparar al socialdemócrata alemán Martín Schulz con el guardián de un campo de concentración nazi, algo que ha provocado un incidente diplomático con Berlín. Italia no ha recogido el testigo de Grecia para liderar la UE en medio de la polémica. Berlusconi llegó a Estrasburgo para presentar las prioridades de su mandato, pero nada más entrar al hemiciclo de la Eurocámara fue abroncado por el Grupo de los Verdes-ALE, que exhibieron carteles que rezaban en varios idiomas «la ley es igual para todos», en referencia a su blindaje ante los jueces. Durante más de dos horas, el italiano escuchó paciente las observaciones planteadas por cada grupo político. «Confiamos en su éxito», le dijo el portavoz de popular, el alemán Hans Pöttering. «Cuando Berlusconi habla de Europa, nos preocupa», le recriminó con una sonrisa el socialista Enrique Barón. «Estamos preocupados por su concentración de poderes», abundó la verde Mónica Frassoni. Pero las críticas subieron de temperatura por boca del socialista Martin Schulz, quien cuestionó el «coeficiente intelectual» de algunos el ministros del Gobierno italiano y se refirió a la inmunidad de Il Cavaliere. «En Italia hay un productor -replicó Berlusconi al alemán- que está montando un filme sobre los campos de concentración nazis, ya le recomendaré para el papel de guardián». Entre abucheos, Berlusconi se negó a rectificar por entender que su palabras habían sido dichas con «ironía», pese a que el presidente de la Eurocámara, el irlandés Pat Cox, las calificó de «ofensa». Lo único que el italiano ofreció a los más díscolos es paciencia, pues afirmó que «al fin y al cabo la presidencia sólo va a durar seis meses». El cualquier caso, el rifirrafe con Schulz llegó a retumbar en Alemania, donde casi nadie se permite el lujo de hablar a la ligera sobre los nazis. El Gobierno del canciller Gerhard Schröder citó de inmediato al embajador italiano en Berlín, Silvio Fagiolo, para expresar una queja formal, mientras Roma hacía lo propio con el embajador alemán. Su salida de tono redujo a la nada la cuidada presentación que había realizado de las prioridades de la presidencia italiana de la UE. La bronca se extendió rápidamente por Europa. Desde Berlín, el secretario general del SPD, Olaf Scholz, le espetó a Berlusconi que «las ironías sobre el III Reich están prohibidas, en respeto a las innumerables víctimas de la dictadura nazi, entre las que se cuentan numerosos socialdemócratas». Ninguna presidencia de la Unión Europea se había inaugurado nunca con una confrontación de estas características entre su dos órganos legislativos. A poco que no se lo perdonen, la presidencia italiana de la UE puede ver frenadas en la Eurocámara todas sus iniciativas legislativas en las que su concurso se vea requerido. Menudo comienzo.