Marruecos condena a muerte a diez de los terroristas islámicos de los atentados de Casablanca
La Cámara Criminal de la Corte de Apelación de Casablanca condenó a la pena capital a diez islamistas vinculados a la corriente rigorista de la Salafia Jihadia. Los condenados a muerte pertenecen a un grupo de 31 personas detenidas hace un año por la policía en diversas ciudades de Marruecos y juzgadas por diversos delitos como asesinatos y secuestros. La Salafia Jihadia es un movimiento islamista violento presuntamente implicado en los atentados terroristas del pasado 16 de mayo en Casablanca, que causaron la muerte a 44 personas, entre ellas a 12 terroristas suicidas, y heridas a más de un centenar. El Tribunal de Apelación de Casablanca condenó a cadena perpetua a otros ocho inculpados; a siete les impuso veinte años de prisión; cinco más deberán cumplir diez años de cárcel, y un último procesado permanecerá un año recluido. La justicia marroquí considera a los 31 condenados culpables de haber constituido «una banda criminal» que buscaba «desestabilizar Marruecos y atentar contra el islam», así como asociación de malhechores, homicidio voluntario con premeditación, intento de asesinato, detención ilegal, secuestro y posesión de armas de fuego. Entre los condenados a muerte se encuentra el ideológico del grupo, Youssef Fikri, un islamista ultrarradical y violento calificado por la prensa como el «emir de la sangre» y único procesado que reconoció ante el los jueces su participación en varios asesinatos de «enemigos de Dios», según sus propias palabras, cometidos en los últimos dos años. Entre ellos, el de su propio tío, por «homosexual», el de un policía y un notario en Casablanca y el de un candidato a la inmigración ilegal en Nador (norte de Marruecos). Fikri, detenido por la policía en Tánger hace un año, ha sido condenado a muerte junto con su principal lugarteniente, Mohamed Damir. Durante el proceso, que ha durado una semana, Fikri fue expulsado tres veces de la sala de audiencia tras entablar varias polémicas con el juez. Hizo una encendida defensa de la muerte de «impíos» y «apóstatas» y afirmó que el proceso era «un montaje teatral de los servicios secretos». Los investigadores han podido establecer que Fikri dirigía seis grupos violentos que actuaban en varias ciudades del país y se dedicaban a atentar contra personas que, supuestamente, se habían apartado de los principios del islam. Los abogados de la defensa denunciaron determinadas irregularidades procesales y la supuesta falta de pruebas inculpatorias, y pidieron por ello la puesta en libertad de los condenados, que denunciaron torturas durante los interrogatorios policiales.