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Publicado por
Enrique Vázquez
León

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Un principio de acuerdo entre las llamadas «Autodefensas de Colombia» (coloquialmente paramilitares) y el gobierno colombiano parece haber sido alcanzado por el comisionado gubernamental para la paz y la convivencia, Luis Carlos Restrepo: para finales del 2.005 sus casi trece mil hombres se habrán desmovilizado. El presidente Uribe dijo en Arauca, una región martirizada por el conflicto guerrillero donde instaló por unos días su gobierno, que ahora sí empieza la negociación, tras la fase de exploración, con un horizonte cierto y un calendario acordado. Si el acuerdo alcanzado el martes en un lugar no precisado funciona el jefe del Estado, que ha optado por combatir a muerte a las guerrillas, habrá obtenido su primer gran éxito. La fase exploratoria que mencionaba era el notable anunció unilateral de alto el fuego y promesa de desmantelamiento gradual que el jefe de los paramilitares, Carlos Castaño, hizo en diciembre... y que fue recibido con algún escepticismo por la buena razón de que ya entonces no estaba claro que él y el jefe operativo de este movimiento de extrema derecha, Salvatore Mancuso, controlaran la totalidad de los frentes. Ambos están reclamados por la justicia norteamericana como narcotraficantes y se extendió la versión de que, en realidad, Castaño quería blindarse, con la paz, ante la eventual extradición. Agrupaciones paramilitares compartieron este punto de vista y, así, el «Bloque Metro» prometió mantener la lucha armada y la «Alianza Oriente» optó por su propia aproximación al gobierno. La incógnita sigue en pie: se trata de saber si el acuerdo alcanzado compromete a todos los guerrilleros y si sus líderes pueden ser tenidos por interlocutores válidos capaces de imponer el arreglo a su gente. Un argumento a favor de la credibilidad del acuerdo es que el ejército ha infligido en las últimas semanas severas derrotas a las AUC que han perdido muchos activistas. La táctica Uribe: primero golpear fuerte, después negociar... El presidente ha subrayado a toda velocidad que con los paramilitares no habrá zonas de distensión, un territorio puesto a su disposición sin presencia del Estado, como impusieron las FARC al presidente Pastrana con el (pésimo) resultado que se sabe.