| Crónica | Intensa búsqueda de Huseín |
Tras las huellas de Sadam
? No hay quien dé con Sadam Huseín, pero una empresa ha entregado al Gobierno británico una prueba para atrapar al depuesto líder iraquí: la copia de sus huellas dactilares, usadas para construir las enormes manos del Arco de la Victoria en Bagdad. Mientras las tropas de EE.UU. buscan, con mucho afán, pero poco éxito, al escurridizo ex presidente de Irak, la fundición británica Morris Singer, que participó en la construcción del arco, ha ofrecido una ayuda que puede ser clave para «pescar» a Sadam. Se trata de las huellas del dedo pulgar que el entonces gobernante plasmó en una tabla de arcilla, a fin de colocarlas en el Arco de la Victoria, erigido en la Avenida de los Desfiles para conmemorar la guerra que enfrentó a Irak e Irán (1980-1988). El monumento, cuya imagen dio la vuelta al mundo cuando las fuerzas de infantería estadounidenses entraron en abril en Bagdad, está formado por dos sables gigantes de bronce cruzados y empuñados por dos brazos, fiel reproducción de los de Sadam Huseín. La idea, aprobada por el Ejecutivo de Bagdad en 1986, partió del artista iraquí Mohamed Ghani, empeñado en personalizar la obra con la plasmación de las huellas de Sadam en los pulgares de la escultura, que miden cerca de dos metros de longitud. Ghani envió varias impresiones en arcilla de las huellas a Morris Singer, que contribuyó a forjar los brazos, de 24 toneladas de peso nade menos. El hecho de que sus propias huellas dactilares figurasen en la estatua es claramente un indicativo de la vanidad de Sadam Husein. Una vanidad que, esperemos, ayude a atraparle, comentó el director de la fundición, Chris Boverhoff, al diario The Daily Telegraph. Según Boverhoff, el proyecto cobró forma «en un momento en que Irak era un aliado valioso de Occidente y cuando a las empresas británicas se las estimulaba a apoyar y desarrollar trabajos en la región». «Estamos, declaró el director, encantados de que se nos asocie con una obra de arte tan bella y nos sentimos orgullosos de esa labor artesanal, aunque, al igual que la gente sensata de todo el mundo, deploramos lo que creó el régimen de Sadam Huseín». La compañía, que casi se había olvidado de esta historia, se acordó de su curiosa posesión cuando sus empleados vieron por televisión los carros de combate aliados apostados en la Avenida de los Desfiles durante la toma de Bagdad.