OPINIÓN
Cuentagotas
EL PRIMER ministro de Israel, Ariel Sharon, utiliza con cuentagotas su particular método para aplicar la hoja de ruta. Se muestra inflexible en sus decisiones y no se atemoriza ante las amenazas del gran aliado norteamericano. Se esperaba que 540 palestinos que estaban en la cárcel sin cargos, que les quedaba sólo un año para cumplir su condena y, sobre todo, que no tenían delitos de sangre, fueran liberados. Se estima que más de 6.000 rebosan las cárceles israelíes. Sólo 339 vieron cumplida su esperanza de libertad. Sharon no quiere ni oír hablar de los detenidos pertenecientes a los grupos radicales de Hamás y de la Yihad Islámica. Hasta el punto de provocar la suspensión de una reunión con el primer ministro palestinos, Abu Mazen, la persona que se ha convertido en la «esperanza blanca» de la administración Bush. Sin embargo, a pesar de todas las bendiciones recibidas en Washington, Mazen no recibe ni un gramo extra de apoyo de Sharon. El liderazgo del primer ministro palestino no goza de buena salud porque, entre otras razones, sus cesiones no han recibido la compensación que se había negociado y que recoge la hoja de ruta. La televisión israelí repetía la imagen del colono que, portando una pancarta, logró burlar el cordón de seguridad para acercarse a los vehículos que trasladaban a los palestinos liberados para protestar. No es un argumento válido para restringir un compromiso aceptado. Por esa vía, muchos más israelíes protestan cada día por la construcción de «un nuevo muro de la vergüenza», como el de Berlín, que va a suponer un nuevo obstáculo para el proceso de paz y una convivencia estable.