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Un lanzagranadas cuesta cincuenta euros en el mercado de Diwaniya

Publicado por
David Beriaín - enviado especial | diwaniya
León

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Las manos de Fayed sostienen dos granadas de mano egipcias. «Con cada una de estas te puedes cargar un coche fácilmente o una parte de un edificio». Pide por cada una dos euros, pero no es su precio final. Al final del inevitable regateo te las puedes llevar a casa por menos de lo que cuesta un bote de Coca-cola en una máquina de España. Estamos en Al Hamza, una ciudad cercana a Diwaniya, en pleno corazón de la provincia iraquíque en unos días controlarán los soldados españoles. No hemos ido a ningún lugar oculto en el desierto ni nos han vendado los ojos para llegar. Esta es una de las plazas del pueblo, son la cinco de la tarde, el sol cae a pedazos, y de este mercado improvisado nos podemos ir con un arsenal suficiente para poner en aprietos a un contingente como el español. Hay quien asegura que Al Hamza ha salido hasta con misiles. Y, por cierto, a un precio de ganga. Aquía nadie le importa un bledo la política de tolerancia cero que el Ejército norteamericano ha decretado contra los nueve millones de armas que hay en Irak en manos de particulares. Al lado de Fayed está Hassan. Vende fusiles kalashnikov y ametralladoras ligeras de fabricación soviÚtica. Por los primeros pide 45 euros, por las segundas 50. De regalo te llevas un buen puñado de balas del calibre 7.62. Pero nosotros en realidad buscamos otra cosa: un lanzagranadas RPG-7, el arma estrella de la posguerra iraquí, la pesadilla de los yankis. La gran mayoría de los soldados norteamericanos que han muerto desde la caída de Bagdad, lo han hecho a manos de estos artefactos. En realidad son muy simples. Un tubo lanzador que se coloca al hombro y un granada con forma de pera propulsada por un pequeño cohete que sale despedida y estalla al contacto con el objetivo. Sencillo pero suficiente para hacer volar cualquier vehículo blindado. Si uno de ellos impactara contra un BMR español, de lo que usarán las tropas para patrullar Diwaniya, ninguno de sus ocho tripulantes sobreviviría.