OPINIÓN
Condenas a muerte
¿Serán ejecutados los cuatro terroristas islamistas condenados a muerte en Casablanca? En diez años no ha habido una sola ejecución en Marruecos y en los últimos veinte sólo un acusado lo fue por graves delitos no políticos. El tribunal de Casablanca alargó su deliberación pero emitió un veredicto esperado: si ya en julio hubo diez condenas a muerte por delitos no tan graves, aunque con resultado de muerte, eran de esperar las condenas a la pena capital y las 39 a cadena perpetua. Se ha hecho una distinción interesante: los condenados a la última pena son terroristas que no actuaron en última instancia, kamikazes supervivientes si vale decirlo así, mientras los animadores político-religiosos del grupo («Salafía Yihadía») han recibido treinta años, entre ellos quien parece ser su primer teórico, Hassan Taussi. Los delitos cometidos son homicidio voluntario, conspiración criminal y -atención- amenaza para la seguridad del Estado, lo que implica que las autoridades creen que el islamo-terrrorismo local pero conectado a un centro extra-marroquí y a un movimiento internacional entiende derribar la monarquía. Ya desde julio, y entre algunas muestras de escepticismo de los medios nacionales, se mencionó la relación orgánica de los salafistas locales con Al-Qaida. El golpe dado en lo que va de año al emergente islamismo armado es tremendo: las redadas sucesivas han puesto a disposición de los jueces a unos mil individuos. En su discurso del Trono del 29 de mayo, el rey Mohamed VI había recordado los límites al islam político: él, el soberano, y la Justicia, que se imparte en su nombre, encuentra razones no sólo legales, sino de principio, ontológicas, en su lucha contra las variantes alternativas del islam. «El tiempo de la tibieza ha terminado», dijo entonces el rey quien habrá de tomar la terrible decisión de conmutar o confirmar las penas...