| Crónica | En busca de la verdad |
Demasiadas incógnitas
La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, ordenó ayer al encargado de negocios de la Embajada española, Eduardo de Quesada, la elaboración de un informe detallado sobre lo ocurrido. A la espera de que Exteriores haga público el resultado de ese dictamen, el Ministerio de Defensa comunicó que un equipo sanitario estadounidense que habría evacuado en ambulancia a Martín Oar, junto a otras víctimas, «para ser trasladado» a un centro de clasificación de heridos de Bagdad. No obstante, Defensa no aclara si ese traslado llegó a realizarse o si el militar murió camino del centro y el cuerpo fue conducido directamente al depósito de cadáveres del aeropuerto bagdadí, lo que explicaría que sus restos no fueran hallados hasta el día siguiente. Defensa asegura que las autoridades de Estados Unidos han remitido a los funcionarios españoles un certificado de defunción y un parte hospitalario «que detalla pormenorizadamente» las heridas sufridas por Martín-Oar en el atentado. Para aclarar este extremo, los restos mortales fueron sometidos a una autopsia en España antes de ser incinerados. Hay otras versiones de lo sucedido, que difieren del relato oficial. Así, el embajador Miguel Benzo aseguró que Martín-Oar no llegó a ingresar en ningún centro hospitalario. Él en persona, junto a cuatro agentes del Grupo Especial de Operaciones de la Policía, le buscaron durante toda la noche, a pesar del toque de queda, por todos los hospitales de Bagdad hasta que en la mañana del miércoles Estados Unidos informó de que el cadáver estaba en la morgue del aeropuerto. El encargado de negocios de la Embajada española, Eduardo de Quesada, dedujo que, tras conectarle al gotero, los sanitarios «le dejaron solito, probablemente para atender a otros heridos mucho más urgentes y graves» en apariencia. Así, el funcionario habría muerto en soledad ante el lugar del atentado y «cuando volvieron (los sanitarios) porque llegó el turno de evacuarle en una ambulancia para llevarle al hospital, encontraron que estaba muerto». «Calculamos que su muerte debió ser fulminante» y «nadie avisó a las autoridades españolas», concluyó. El representante español realizará indagaciones en la morgue y entre los servicios sanitarios estadounidenses para averiguar cómo llegó el cuerpo al depósito de cadáveres estadounidense. El objetivo es aclarar «todos los puntos oscuros» que hay en la cadena de acontecimientos, sobre todo qué sucedió durante las horas en que las autoridades españolas perdieron la pista del cadáver.