Diario de León

Martín-Oar no ingresó en ningún hospital y fue trasladado directamente a la morgue

El militar español murió solo en Bagdad esperando una ambulancia

El encargado de negocios de la Embajada sostiene que los sanitarios «le dejaron solito»

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David Beriaín - enviado especial | bagdad
León

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Murió solo, a las puertas del edificio de la ONU arrasado por el camión bomba, esperando una ambulancia que no llegó. Cuando los servicios de rescate encontraron al capitán de navío Manuel Martín-Oar hicieron el mismo diagnóstico de urgencia que había realizado el ingeniero de caminos Ricardo López Oribe, el último español que lo vio con vida: tenía una herida abierta en el brazo y perdía mucha sangre, pero estaba consciente y su vida parecía no correr peligro. Así, en medio del caos, y con heridos aparentemente mucho más graves, lo dejaron a las puertas del edificio, para atender a los demás. Nadie vio que la cabeza de Martín-Oar había recibido el terrible impacto del edificio desplomándose sobre él. El marino, con un traumatismo craneoencefálico severo, murió mientras esperaba una ambulancia que se lo llevara al hospital. Esta es ahora la información que maneja la Embajada española después de conocer un dato clave: el militar español ingresó en la morgue a las 7.30. Teniendo en cuenta que el atentado se produjo sólo tres horas antes y que cuesta más de una hora llegar desde el lugar del atentado hasta el depósito de cadáveres del aeropuerto, lo más probable es que ni siquiera hubiera tiempo para trasladarlo a un hospital. Por eso nadie lo encontró en toda la noche. Porque después de la información esperanzadora que dio Martín-Oar, nadie se planteó buscarlo en la morgue. Sólo a la mañana, y ya temiendo lo peor, sus compañeros se acercaron hasta allí. Fue el teniente general Luis Feliú, el militar español de más alta graduación en Irak, el que tuvo que reconocer el cadáver. En una tienda refrigerada La morgue del aeropuerto no era más que una tienda de campaña refrigerada para evitar el deterioro de cuerpo. Hasta allí acudieron a recoger el cadáver el secretario de Defensa y comisionado para Irak, Fernando Díez Moreno, uno de los hijos de la víctima y su yerno, que estaba a punto de darle al militar su primer nieto. «Manolo estaba muy emocionado con eso», recordaba ayer el encargado de negocios, Eduardo de Quesada. El féretro, cubierto con la bandera española, recibió los honores de los militares, que formaron una doble columna hasta el avión. A las nueve y media de la mañana de ayer el cadáver de Martín-Oar salía de Bagdad en un 707 de la Fuerza española. Una escala técnica en Damasco era la única parada que lo separaba de la base. A su llegada a la base de Rota, el féretro fue trasladado hasta una capilla habilitada en el recinto, donde esperaba la familia de la víctima junto a los ministros de Defensa, Exteriores y Administraciones Públicas, Federico Trillo, Ana Palacio y Javier Arenas. Trillo impuso a la víctima la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo amarillo. Tras el funeral, el cadáver fue incinerado.

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