Los 1.340 soldados que forman el contingente enviado por Madrid están ya en Diwaniya
Leales a Sadam acosan a las tropas españolas desplegadas en Irak
El Gobierno confirma que dos granadas de mortero cayeron dentro de la base española
El ataque del miércoles a la base española de Diwaniya, lo confirmaba ayer el Ministerio de Defensa, fue con morteros. De 81 milímetros. Diecinueve granadas. Dos cayeron dentro de las instalaciones, en la parte que aún controlan los norteamericanos. Una de ellas no explotó, la otra destrozó un cuarto de baño de madera que a esa hora, las 21.15, no utilizaba nadie. Esta última explosión, la más cercana de todas, la notaron claramente muchos españoles. «Me dejó un silbido en el oído», comentaba ayer un legionario. A las chicas, el ataque les encontró en su horario especial de duchas. Tuvieron que correr a por su equipo y a juntarse con sus compañeros en los lugares de alerta preestablecidos. Se utilizaron cinco tubos de lanzamiento y proyectiles de 81 milímetros, muy usados por el ejército iraquí, y quizás alguno de 82, habituales en los países árabes. ¿Pero qué significan estos datos? ¿Quién disparó? ¿Pretendía herir a alguien? ¿Por qué no acertó de lleno a la base? Por la clase de material usado, el Ejército sospecha que puede provenir del robo de un polvorín el 5 de agosto, aquí en Diwaniya. En aquella ocasión se llevaron granadas de mortero y tubos de lanzamiento. Desde luego, se desconoce quién es el autor. En el contingente se sospecha que pueda ser alguien pagado par realizar el ataque, alguien de afuera con conocimientos militares y voluntad de hostigar a los militares. Sobre las intenciones del ataque hay consideraciones de todo tipo y apenas un hecho claro: los morteros de 81 milímetros tienen un alcance de casi 6 kilómetros, por lo que si no cayeron dentro de la base no fue por un problema de distancia. Hay quienes piensan que no supieron o no pudieron apuntar bien , otros creen que simplemente era un toque de atención, un «aquí estamos». El ataque no ha modificado ni la vida ni las medidas de seguridad. La base está rodeada por alambre de espino y hay varios puntos de vigilancia. Nadie se puede acercar a más de 200 metros de la alambrada sin que se le requiera la identificación. En la base están suficientemente ocupados alojando a las tropas que llegaron en los últimos días. Ya están todas aquí. Mucha gente, sitio justo, baños escasos, y apenas dos teléfonos para llamar a casa. Ayer entró el último de los convoyes que traían soldados desde Kuwait .Llegaron con sus Vecs, quizás el arma más poderosa de que dispondrá el Ejercito en Irak. Los que faltan por venir son los soldados latinoamericanos que formarán parte de la Brigada Plus Ultra. Mientras tanto, prosiguen las patrullas mixtas de norteamericanos y españoles por las calles de Diwaniya. Los marines intentan enseñar a los legionarios los entresijos de esta ciudad y les dan consejos. «Nosotros intentamos ser amables, pero siempre estamos listos para matar», le decía un soldado norteamericano al sargento Pérez .Las patrullas mixtas son el primer paso para la transferencia de poder de Estados Unidos a España sobre la provincia de Qasidiya, en el sur de Irak.Si todo se desarrolla como está previsto, el contingente español estará cien por cien operativo el próximo miércoles. A partir de entonces, el traspaso total de poder puede realizarse en cualquier momento.