El juez suelta a torturadores argentinos porque España no pidió su extradición

Después de años de impunidad, la verdad sobre lo ocurrido con los desaparecidos busca la luz de una manera definitiva. El presidente Kirchner aseguró ayer: «Ahora finalmente vamos a terminar de saber qué pasó en ese capítulo negro de la Argentina, porque en un país que no tiene memoria y que no tiene justicia es muy difícil construir su futuro». Solo media docena de ex jefes militares continuaban ayer en prisión. El juez Rodolfo Canicoba Corral dispuso su libertad el lunes, después de que el Gobierno español resolviera no tramitar las extradiciones. Entre los que permanecen detenidos están Videla, Massera, y el Tigre Acosta. Sin embargo, muchos de los liberados volverán muy pronto a prisión. La apertura de dos «megacausas» interrumpidas entre 1986 y 1987 por la sanción de las leyes del perdón, recientemente anuladas por el Congreso, podrá involucrar a más de 600 ex represores, incluidos los mandos inferiores de las fuerzas armadas. El obispo de Viedma, monseñor Miguel Hesayne, afirmó ayer que el ex ministro del Interior de la dictadura militar Albano Harguindeguy «defendió la tortura como método indispensable» durante una charla que mantuvo con él en 1977 y reconoció cierta «incoherencia» en una parte de la Iglesia que «denunciaba la tortura, pero luego le daba la comunión a los torturadores». Ayer se conoció el relato del general Albano Eduardo Harguindeguy, quien además de aceptar que se aplicó la picana eléctrica y la tortura a los detenidos, explicó: «El interrogatorio hay que hacerlo en el lugar de los hechos, en caliente. Porque si usted toma un prisionero y lo deja reflexionar, cuando llega el momento del interrogatorio ya se ha formado una coraza interior. Mientras que si usted lo interroga en el momento, y sobre todo si está herido, inmediatamente habla».