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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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EL MARCO «político», por decirlo así, en el que se mueve el conflicto israelo-palestino alcanza un cierto paroxismo y, si no fuera tan trágico, un poco aburrido: a los atentados del Hamas (Movimiento de la Resistencia Islámica) siguen fuertes represalias israelíes, el río de sangre se mantiene a pleno rendimiento y el presunto proceso pacificador (Hoja de Ruta) agoniza. El Hamás, como era de prever, vengó el intento de matar a su jefe espiritual, el jeque Yassin, y en dos atentados mató a 16 personas el martes. Ayer, la aviación israelí reaccionó matando a su vez a algunos miembros de la familia de un activista islámico, quien resultó sólo herido, y el movimiento islamo-terrorista hizo saber que atacará a su vez viviendas en Israel.... y así sucesivamente. Desde cada parte, la lógica de su bando es ampliamente apoyada: un inquietante 59% de la opinión israelí, según una encuesta, respalda la decisión del gobierno de matar a Yassin, una línea roja que muchos observadores creían que Israel nunca traspasaría. Y que conforta la tesis de Oliver Stone: «Sharon ha devastado Palestina... e Israel», una opinión lúcida. La tesis norteamericana se resume en la fórmula ligeramente inocua según la cual «Israel tiene derecho a defenderse, pero debe ponderar las consecuencias de sus actos». La alianza estratégica, estructural, entre el Estado judío y los Estados Unidos son un límite dialéctico y político a la intensa acción mediadora que se espera de Washington. La inacción de Bush es lo más llamativo de todo... El círculo vicioso se expresa en lo que parece la convicción israelí de que, pues hace frente a un desafío «militar», debe derrotarlo: Sharon ha levantado las penúltimas restricciones y con el ministro de Defensa, Saul Mofaz, parece creer en esa solución. Pero el número de muertos se mantiene en un pertinaz tres a uno (ya han muerto 820 israelíes en la segunda Intifada), inaceptable para los especialistas: la guerrilla que no pierde y daña está ganando... La cuestión remite a la pregunta inocente de quién empezó: Israel debe reconocer que sin un compromiso público de fin de la ocupación nunca tendrá paz. La tesis repetida por Sharon de que no puede avanzar en el 'proceso político' con los palestinos mientras haya terrorismo suena bien, pero no convence a sus tenaces adversarios, seguros de que él sólo aceptará como «Estado palestino» una mini-Andorra sobre un tercio de los territorios de 1967.