Diario de León

Washington se paraliza por la llegada del fenómeno atmosférico más virulento de los últimos diez años

El huracán Isabel obliga a Bush a dejar la Casa Blanca para protegerse del viento

Millones de personas, angustiadas por la estela de destrucción e inundaciones

Tres personas se sujetan para evitar ser arrastrados por el viento y el agua del huracán Isabel

Tres personas se sujetan para evitar ser arrastrados por el viento y el agua del huracán Isabel

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Bárbara Celis D'amico - corresponsal | washington
León

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Millones de personas esperaban ayer con angustia la llegada del huracán que podría dejar una estela de destrucción e inundaciones en al menos cuatro estados de la costa atlántica de EE.UU y que comenzó ayer a azotar con fuerza el país . El presidente George W. Bush, que prefirió no quedarse a recibir a Isabel, abandonó la Casa Blanca, rumbo a Camp David, su retiro en las montañas del estado de Maryland, mientras un equipo de trabajadores se preparaban en su residencia habitual, en el centro de Washington, para hacer frente a la tormenta. El Gobierno estadounidense decidió cerrar la mayoría de sus agencias no imprecindibles ante la llegada del huracán, la Cámara de Representantes terminó sus sesiones por esta semana, Bush adelantó una reunión con el rey jordano Abdalá II y el el secretario de Estado, Colin Powell, tuvo que anular su viaje a Estocolmo, donde iba a asistir hoy al funeral de la ministra Anna Lindh, porque la Fuerza Aérea estadounidense ha retirado sus aparatos, para protegerlos de los fuertes vientos. Así, Washington quedaba ayer paralizado ante la amenaza de uno de los huracanes más violentos de los últimos diez años. A su paso se anuncian vientos de hasta 170 kilómetros por hora, pero el principal problema, según los expertos, es la cantidad de agua que puede descargar a su paso, se esperan más de 250 litros por hora. Los primeros frentes de Isabel azotaron ayer con fuerza las costas de los estados de Carolina del Norte y Virginia, con vientos muy intensos de hasta 135 kilómetros por hora, fuertes lluvias y por ahora sin víctimas. De momento, sólo se han detectado daños menores, como caída de chimeneas o pequeños elementos de algunos edificios pero las autoridades han avisado que el riesgo de inundaciones será aún mayor debido a que las lluvias más intensas coincidirán con las horas de la marea alta. Medidas preventivas Colegios cerrados, buques de la armada navegando por las aguas del Atlántico en dirección contraria al huracán y la mayoría de los servicios de tren y aéreos cancelados; todo tipo de competiciones deportivas suspendidas y miles de personas huyendo con sus pertenencias lejos de Isabel, daban ayer un aspecto fantasmal a la costa este de Estados Unidos. En Carolina del Norte, 225.000 personas fueron evacuadas tan sólo en las islas que rodean este estado, poca cosa comparado con los 50 millones de estadounidenses que se calcula se verán afectados por las inundaciones y los cortes eléctricos al paso de Isabel. Los estadounidenses llevan varios días esperando a Isabel con la angustia de conocer que es el huracán más virulento y devastador de todos los que han azotado la zona este desde los últimos diez años. Todos los actos oficiales se han suspendido.

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