Normalidad a la italiana

? La diversión empezó el mismo domingo cuando alguien recordó lo que dijo tras el apagón de Estados Unidos el presidente del ente eléctrico italiano, GRTN, Andrea Bollino: «Esto no podría pasar nunca en Italia». Y el domingo mismo tuvo que justificarse diciendo que la situación no era la misma, porque ellos no habían perdido en ningún momento el control de la red eléctrica. Entretanto, unos ladrones aprovechaban la confusión para robar un lienzo del siglo XVII en la catedral de Cosenza y un equipo médico que fue sorprendido en Turín en pleno trasplante de hígado logró terminarlo heroicamente. Lo mejor y lo peor de los tópicos italianos se repitieron a lo largo de la jornada. La desgracia se cebó en la región de Puglia, donde dos ancianas sufrieron caídas cuando deambulaban a oscuras, y en Pisa, con tres heridos por quemaduras a causa de una explosión en una fábrica. Los partos de toda la geografía nacional fueron resueltos con normalidad, entre ellos, dos parejas de gemelos en Friuli. Como oasis de tranquilidad, quedaron sólo la isla de Cerdeña y otros archipiélagos del litora, abastecidos por generadores propios. Capri, por ejemplo, vio apagarse Nápoles mientras su corriente se mantenía sin problemas. Nápoles fue escenario de los ingenios más llamativos, porque calles y estaciones se llenaron rápidamente de gente que vendía velas, linternas y bocadillos y algunas cafeterías pudieron seguir ofreciendo el mejor capuccino de Italia a sus clientes gracias a máquinas a gas. Venecia sólo se iluminó con la vecina mole industrial de Porto Marghera. El Vaticano quedó igualmente a oscuras. Los comerciantes no estaban demasiado enfadados. La patronal Confcomercio reconoció que los daños eran «menos graves de lo esperado», aunque estimó en 70 millones de euros los alimentos estropeados que se tendrán que tirar. No obstante, en Roma varios bares invitaban a sus clientes porque sabían que la cerveza acabaría por calentarse. La cortesía y el compañerismo se extendieron como la oscuridad. La RAI, por ejemplo, prestó al Vaticano un generador para que el Papa pudiera dirigir el Ángelus desde su micrófono en la ventana de San Pedro. Además de éste, dos eventos certifican que el país siguió funcionando: las modelos desfilaron en la semana de moda de Milán y se disputaron todos los partidos de fútbol.