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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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EL EXTENDIDO pronóstico de que, al final, las colonias israelíes en los territorios palestinos serían el gran obstáculo para un arreglo político se concreta: el gobierno Sharon apenas oculta ya que entiende quedarse con buena parte de la tierra ocupada y ayer aprobó la construcción de un nuevo tramo de la valla de seguridad que programa la incorporación del florón de los asentamientos, Ariel. La decisión, esperada desde que el lunes el primer ministro afirmó que Ariel quedaría a «este lado», se acomodó al formato previsto: para no chocar frontalmente con las objeciones de Washington, el muro se orienta en la dirección de englobar Ariel, como ya se tragó antes Kedumin, pero estará protegido por una valla propia, formalmente distinta de la que se construye y, con un sistema modular, dejará abiertas dos brechas para el tránsito de personas y mercancías en tanto se mide el nivel real de hostilidad de los Estados Unidos, única que preocupa en Israel. La táctica israelí tiene ventajas considerables y se presenta como un óptimo en política. Mantiene el rumbo y la construcción, aparca las objeciones del padrino norteamericano, da satisfacción a los colonos y su importante dimensión electoral, y se anexiona de facto muchos kilómetros cuadrados de un modo sutil: las incursiones innumerables, pero menores, en suelo palestino a lo largo de la línea verde (la línea de armisticio del 48) se olvidan mientras se centra el foco de atención del asunto en Ariel, con unos 25.000 habitantes, y sigue la rapiña... La palabra anexión no es caprichosa ni traduce politización: es usada reiteradamente por el relator de la ONU al respecto, el jurista sudafricano John Dugard, quien describió el robo continuado de tierra a lo largo del muro como una anexión de hecho que debe ser declarada enseguida ilegal. La indiferencia israelí por este criterio es conocida. El punto de vista de Washington, también: el subsecretario de Estado para Oriente Medio, William Burns, a cargo de la Hoja de Ruta desde el lado norteamericano, dijo que el trazado de la barrera prefigura una frontera política, complica la eventual negociación y es un problema (exactamente, lo del problema , el vocabulario de Condoleeza Rice, asesora de seguridad nacional del presidente). La verdad es que es algo más que un problema.