Diario de León

Pese a las diferencias, los dirigentes no ahorraron elogios para referirse a la vieja amistad que los une

El reparto de poder en la UE sigue distanciado a Aznar y Schröder

Alemania se enfrenta a España para impedir que se modifique el proyecto de Constitución Europea

Aznar y Schroeder en un momento de la conferencia de prensa conjunta que ofrecieron ayer

Aznar y Schroeder en un momento de la conferencia de prensa conjunta que ofrecieron ayer

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Enrique Muller - berlín
León

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Era un encuentro con un desenlace anunciado. Pocas veces en las relaciones bilaterales entre España y Alemania, el resultado de un encuentro entre el canciller, Gerhard Schröder, y el presidente del Gobierno español, José María Aznar, era tan previsible como el que sostuvieron en la noche del miércoles pasado en Berlín los dos líderes europeos. Alemania y España difieren radicalmente sobre la forma en que debe ser resuelto el reparto de poder en el seno de la Unión Europea (UE), una divergencia que se hizo latente cuando España y Polonia anunciaron, el martes pasado en Madrid, que rechazarían las reformas institucionales de la Convención. En el marco de un ambicioso foro hispano-alemán celebrado en la cancillería y, posteriormente, durante una rueda de prensa conjunta, el canciller Schröder repitió casi hasta el cansancio que su país lucharía para hacer aprobar el proyecto de la Constitución Europea aceptado por la Convención y puso énfasis en el peligro que podría conllevar el intento de introducir modificaciones en el texto, como pretenden España y Polonia. Pocas veces también el canciller alemán había sido tan claro y preciso al formular la posición de su Gobierno y resaltar la divergencia que lo separa del presidente Aznar. «El resultado de los trabajos de la Convención es mucho mejor de lo que el escepticismo me dejaba pensar», dijo Schröder al mencionar el asunto que arruinó la cena privada del miércoles y en el que cuenta con el apoyo casi incondicional del presidente francés, Jacques Chirac, y del primer ministro británico, Tony Blair. «Cualquiera que desee abrir el paquete aprobado en la Convención, tiene la obligación, al mismo tiempo, de velar para que se llegue a un nuevo consenso y éste debe ser mejor del que se consiguió en la Convención. Repito: Alemania está dispuesta a aceptar el resultado de la Convención», insistió el canciller. Pero Schröder, un político acostumbrado a luchar, a dialogar y a negociar para mantener el poder, dejó abierta una generosa puerta de diálogo a su huésped español, a quien calificó de viejo amigo. «Hay que definir la discusión sobre la Constitución como un proceso», dijo el canciller durante la rueda de prensa conjunta. «Al comienzo de un proceso siempre hay diferencias, pero al final siempre habrá un acuerdo». El guante lo recogió el presidente Aznar con destreza y rapidez. Por primera vez, el jefe del Gobierno español aceptó públicamente que entre España y Alemania existía una «visión distinta» sobre un mismo tema y recalcó que la divergencia sobre el proyecto de Constitución era la única que separaba a su país de Alemania. Pero Aznar fue igual de categórico que Schröder cuando defendió la posición que desea mantener su Gobierno en la Conferencia Intergubernamental. «El único consenso institucional de Europa es Niza. Es un consenso apoyado por 25 países y la única cosa que debe explicarse es la modificación de ese consenso», dijo Aznar al referirse al acuerdo alcanzado para aprobar el Tratado de Niza. «Si el consenso estuviera en la Convención no habría ninguna discusión con el canciller Schroeder», añadió. Desde ayer, jueves, las cartas se encuentran sobre la mesa y, a pesar de las diferencias, los dos líderes se mostraron confiados en alcanzar un consenso antes de Navidades. Para reforzar esta idea, Schroeder y Aznar no ahorraron elogios para referirse a la vieja amistad que los une.

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