España y Polonia acuden a negociar en Roma con las espadas en alto

En Roma se fundó la Unión Europea (UE) y en Roma acabará refundándose medio siglo después. La ciudad eterna y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, serán mañana los anfitriones de una cumbre comunitaria convocada única y exclusivamente para ponerle ruedas al proyecto de Constitución Europea que, según la opinión más extendida, debe entrar «sin demasiados cambios» en su fase definitiva. No obstante, países de tamaño intermedio, como España y Polonia, acuden a la cita con las espadas en alto para impedir que el futuro tratado les reste un peso político que, en la práctica, casi equipara a Francia, Reino Unido o Alemania. El borrador de Carta Magna, fruto de intensas discusiones por el equipo de 105 personas capitaneado por el ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing, recaerá después de esta cumbre en manos de la Conferencia Intergubernamental (CIG), en la que sólo tienen capacidad de decisión los Estados miembros. Y aunque Giscard manifestó hace dos días que sobre el proyecto constitucional «ya se ha dicho y propuesto todo», es ahora cuando Madrid y Varsovia se preparan para librar la verdadera batalla. Porque, aunque el consenso en torno al futuro tratado es amplio, todavía está muy lejos de ser total, pues el borrador constitucional contienen media docena de asuntos que provocan serias reservas en algunos países. Además, los países más pequeños también han recogido a regañadientes la posibilidad de que la Comisión Europea -integrada ahora por un presidente y 19 comisarios- pase a tener tan sólo quince con capacidad de decisión a partir del 2009, lo que provocaría que algunos Estados no estuviesen representados en el Ejecutivo de Bruselas.