«Silencio: se vota»

¿Será el actor Arnold Schwarzenegger al final el nuevo gobernador de California? La pregunta tiene difícil respuesta inmediata. El inusual referéndum para defenestrar al actual gobernador demócrata Gray Davis se celebró ayer, pero es muy probable que pasen varios días, incluso semanas, hasta determinar un claro vencedor. Tras el cierre de los colegios electrorales -a las 5 de la madrugada hora de España- comenzó el recuento de votos. Pero los resultados preliminares no serán fiables, ya que después habrá que esperar a las papeletas por correo, en un caso similar al que se produjo en Florida en las elecciones presidenciales de 2000. En total, el Estado tiene 15,4 millones de votantes registrados y, de ellos, 3,2 millones solicitaron papeletas para votar por correo. De éstos, dos millones ya han votado, pero aún quedan por llegar los 1,2 millones restantes. De ellos, se calcula que 400.000 no serán incluidos en los resultados preliminares y serán contados varios días después de la elección. Por lo reñida que, según las encuestas, está la contienda, esos votos podrían resultar decisivos para inclinar la balanza en favor de mantener en su puesto al actual gobernador o aupar en su lugar a Schwarzenegger, el pintoresco candidato de los republicanos. Ayer, los californianos acudieron en masa a la votación. Se calcula que, en total, entre ocho y 10 millones de personas habrán dejado su voto en las urnas, una cifra enorme comparada con la participación de hace un año, cuando Davis salió elegido, en la que apenas votaron seis millones de ciudadanos. Esto demuestra la enorme pasión que ha desatado la campaña entre los californianos. Por un lado están los republicanos, que ven en esto la oportunidad soñada para lograr la gobernación de un estado tradicionalmente demócrata. Por el otro están los demócratas, divididos en dos campos: los que ven en el referéndum un mecanismo injusto para arrebatar el poder a un funcionario que aún debería disponer de tres años más y aquellos que quieren hacer pagar a Davis por lo que consideran mala gestión. California enfrenta la crisis financiera más severa de su historia con un déficit galopante en las cuentas públicas. Pero, según los expertos, gran parte de esa desastrosa situación no se debería a la labor de Davis, sino la forma tan peculiar que tienen los californianos de practicar la democracia. En su Constitución, los californianos tienen derecho, si logran el suficiente número de firmas, a formular sus propias «propuestas», que el gobernador está obligado a cumplir. Una de esas propuestas, promulgada hace 20 años, obligó a reducir casi a cero el impuesto sobre la propiedad.