Cuatro individuos a los que la víctima pareció conocer lo mataron de un tiro en la nuca cuando intentaba huir
Muere asesinado en su casa de Bagdad el espía español asignado a la embajada
Fuentes militares barajan la hipótesis de que la resistencia iraquí intentara secuestrar a Bernal
Era tan temprano que cuando José Antonio Bernal Gómez salió a abrir la puerta de su casa estaba en calzoncillos. Un Opel marrón con matrícula extranjera se había detenido frente a la vivienda de este sargento primero adscrito al Centro Nacional de Inteligencia (CNI, antiguo Cesid), en el barrio Al Mansur de Bagdad. Cuatro personas iban dentro. Un hombre con turbante negro y capa ligera, el atuendo de los clérigos chiíes, se bajó del vehículo y llamó al timbre. El guardia de seguridad iraquí que custodiaba la vivienda durante la noche con su kalashnikov se había ido al amanecer, como cada día, así que tuvo que ser el español el que abriera la puerta. A Bernal, que desempeñaba las funciones de agregado de información en la Embajada española en Irak, algo no le debió gustar. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, reconoció a uno o varios de los pasajeros del coche. Hubo una discusión. Después un forcejeo. El hombre vestido de clérigo empujó a Bernal dentro de la casa, pero el militar reaccionó. Salió corriendo de la vivienda y giró apresuradamente a la izquierda. «Al verlo correr los otros tres hombres se bajaron del coche, cada uno con una pistola en la mano, y le gritaron que se parara. Él les gritaba que no, que no», cuenta Awad Eidán, un policía iraquí que presenció el incidente. Como Bernal no paraba, ellos abrieron fuego con sus pistolas Tarek iraquíes de 9 milímetros. Fallaron. El español no había recorrido más de 30 metros cuando tropezó y cayó al suelo. No le dio tiempo a levantarse. Los hombres acabaron con su vida de un tiro en la nuca. Los atacantes huyeron en su coche hacia la avenida 14 de Ramadán, una de las arterias principales de la capital iraquí y que conduce al norte del país. Por la hora de la mañana y por el incipiente tráfico no tuvieron problemas perderse entre la multitud. La versión de Eidán ha sido confirmada por otro policía iraquí, Ahmed Ismail, que vigilaba una dependencia de la Embajada de Sudán, situada enfrente. Ninguno de los dos pudo hacer nada porque no tenían armas. Tampoco nadie les dio preparación para el puesto de seguridad que ocupan. Un equipo médico, con un estadounidense al mando, se trasladó al lugar para ver si podían salvar la vida de Bernal. Sólo pudieron certificar su defunción. Su cuerpo fue inmediatamente conducido a la morgue que los norteamericanos han instalado en el aeropuerto internacional de Bagdad, el mismo lugar al que fue conducido el cadáver de Manuel Martín-Oar, el capitán de navío que murió en el primer atentado contra la sede de la ONU en Irak. Bernal se ha convertido en la primera víctima de un ataque selectivo de la posguerra iraquí y eso preocupa en medios oficiales. Acudieron a su casa, seguramente lo conocían y sabían a qué hora ir. Fueron a por él. Pero, ¿por qué? Fuentes militares han señalado que la hipótesis más barajada es el intento de secuestro, un acto que a la resistencia le podría dar una gran publicidad. Por eso no le dispararon en el primer momento. Por eso el diálogo y las voces de alto antes de tirar a matar. El cuerpo de Bernal será repatriado hoy a España en un avión 707 de las Fuerzas Aéreas que salió anoche de la base de Torrejón de Ardoz. A bordo del avión viajaron el padre del fallecido, capitán retirado del Ejército del Aire, y un hermano, miembro de las Fuerzas Aéreas. El mismo aparato transportó hasta la capital iraquí a la secretaria general del Centro Nacional de Inteligencia, Dolores Vilanova, y a los directivos que investigarán el asesinato. El avión aterrizó en Bagdad de madrugada. Los restos llegarán a Madrid hoy hacia las 3 de la tarde. A su llegada tendrá lugar un sepelio de cuerpo presente, de carácter familiar, y después un funeral oficial que presidirá el ministro Trillo.