La presidencia italiana estudia compensar a España con dos comisarios y más eurodiputados
Aznar admite cambios en el Tratado de Niza y acepta negociar la Constitución
Madrid advierte de que si tiene más poder el país más poblado, en el futuro mandará Turquía
Empezó plantado en el Tratado de Niza y negando cualquier modificación del peso político que España tiene en Europa, pero ahora empiezan a verse signos de apertura. El Gobierno español dio ayer un tímido paso para desatascar las negociaciones en torno al primera Constitución de la Unión Europea (UE), al admitir que «Niza no es la Biblia» y exhibir una mayor predisposición a «discutir abiertamente» nuevas propuestas que retoquen el edificio institucional de la Comunidad. Los jefes de Estados y de Gobierno de la Europa de los Veinticinco se vieron ayer las caras en Bruselas en lo que es la tercera ronda de negociaciones en torno al borrador de la Carta Magna, después de que el pasado día 4 se lanzara en Roma la Conferencia Intergubernamental (CIG). El borrador constitucional, muy avalado por el club de los seis países fundadores de la Unión Europea, Francia, Alemania, Italia y el Benelux, porque concede más poder a los Estados más poblados, es duramente cuestionado por España y Polonia, pues no quieren que se este proyecto varíe su capacidad de bloquear las decisiones con las que no están de acuerdo. Pero mientras Polonia se mantuvo ayer férreamente plantada en su «no a la Constitución», la ministra española de Exteriores, Ana Palacio, dijo que empezaba a ser hora de «abordar propuestas nuevas». No obstante, el presidente del Gobierno, José María Aznar, puso dos condiciones para entablar este diálogo. La primera es que el «paquete institucional» constituye un todo, es decir, que si retoca el reparto de votos en el Consejo, debe revisarse también la composición de la Comisión y de la Eurocámara. Y la segunda es que se debe garantizarse «el equilibrio entre países», pues, según José María Aznar, constituye uno de los pilares de la construcción europea. Población Madrid, por tanto, es partidario de una Carta Europea que refleje el peso de la población, pero también el de los Estados. Uno al lado del otro, pero sin solaparse. De hecho, Ana Palacio previno que si ahora se decide que debe dársele más peso el país más poblado, dentro de 25 años será Turquía el país que tenga mayor capacidad de decisión, pues tendrá más habitantes que cualquier otro socio comunitario. En cualquier caso, el intercambio de puntos de vistas no permitieron ayer sacar el texto constitucional del impasse en que se halla. La presidencia italiana anunció que tiene previsto hacer una propuesta formal hacia finales de noviembre, aunque en Bruselas comenzaron a aflorar algunas ideas. Por ejemplo, Roma no descarta «compensar» la pérdida de poder de España en el Consejo otorgándole el derecho a nombrar dos miembros en la Comisión Europea y a la elegir a siete u ocho eurodiputados más de los que tiene, actualmente 54. Referendo El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, apoyó ayaer la celebración de un referendo entre los europeos para aprobar el futuro Tratado Constitucional de la Unión Europea. «Mi deseo sería un referendo europeo», declaró Prodi en rueda de prensa. Sin embargo, «el modo en que cada Estado ratifique la Constitución depende de cada país». «En algunos países, los referendos son una costumbre muy habitual; en otros países es un objetivo, mientras que, en otros, es algo que ha quedado en desuso», añadió. En este sentido, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, destacó que la celebración de un referendo es «un problema que afecta al ordenamiento de cada país». Según el líder del Gobierno italiano, «sería muy bonito que se pudiera hacer un referéndum para todos los ciudadanos europeos, pero esto no es posible». «Ahí sólo se llegará si Europa da pasos hacia delante para convertirse en un ente capaz de hacer sentir a todos los ciudadanos el hecho de formar parte de una entidad superior, con lo cual se puedan identificar y no tengan el sentimiento de las dos patrias», afirmó Berlusconi.