| Testimonio | Españoles en la tragedia |
«Nos tiramos al Nilo sin pensar»
Amador Carnero Sobrado y Paulina Robles, el matrimonio que sobrevivió al accidente del crucero que ardió en la noche del miércoles en Egipto, cuentan su experiencia
Amador Carnero Sobrado y su esposa Paulina Robles Pérez se levantaron ayer por la mañana con una vitalidad imprevisible, teniendo en cuenta que era la primera vez que dormían varias ho-ras seguidas desde el miércoles. La noche de ese día descansaban en su camarote de otra jornada de crucero por el Nilo cuando el buque en el que viajaban se convirtió una caja de llamas. Ayer, nada parecía molestarles: ni vestir zapatillas y un mono de mecánico prestado durante días, ni el periplo que han debido realizar para volver a España, ni siquiera un fin de regreso agónico conduciendo desde Madrid hasta su casa en Oleiros. Amador y Paulina sentían la adrenalina de los supervivientes. Tal vez de forma más intensa que el resto de los españoles que estaban en el accidente. Ambos se tiraron al agua desde el mismo lugar que Javier Blanco, el turista español que resultó herido y el compañero de viaje de éste, José Luis Carpio, muerto en el siniestro. Los conocían muy bien, porque formaban parte del mismo via-je organizado que había comenzado en España hace casi dos semanas, el lunes día 6. -¿Cómo se encuentra uno después de haber pasado por una experiencia como la suya? -Te puedes imaginar, tanto mi mujer como yo estamos agotados pero nos sentimos afortunados. La verdad es que ha sido espantoso. -¿Cómo sucedió todo? -Muy rápido, estábamos en los camarotes que daban a la parte central del río, pero en cuanto vimos la trampa mortal en la que se convirtió el barco. No lo dudamos y nos tiramos al agua. -¿El barco carecía de extintores y salvavidas como se ha dicho? -No, eso no es cierto. De hecho, nosotros nos ayudamos a nadar con flotadores que iban en el buque. Lo que sí existió fue descoordinación. -¿En qué? -No funcionaron los sistemas de seguridad y la tripu-lación tampoco supo cómo afrontar la situación, pero también es cierto que trataron de acabar con las llamas con todas sus fuerzas. -¿Cómo lograron llegar a la orilla desde el centro de un río como el Nilo y con el barco deshaciéndose por las llamas? -Nos tiramos al agua sin pensar, fue el pueblo egipcio quien nos salvó. Eso quiero dejarlo muy claro. Nos ayudaron los habitantes de las zonas sitas en las orillas del Nilo. Barrios humildes, muy pobres, pero llenos de gente que a la que le debemos la vida. -Estaban en zona más crítica, con los españoles que salieron peor parados.... -Pues sí, a Javier Blanco, el chico que tiene el 40 por ciento del cuerpo quemado lo encontramos en el agua. Estaba en la misma zona de camarotes que nosotros. Nos pidió ayuda, le dijimos que se agarrase a un flotador y los tres nadamos como pudimos hasta uno de los márgenes del río. -¿Están satisfechos con el trato de las autoridades? -Desgraciadamente de eso no podemos estar contentos. Hubo una dejadez absoluta. Estuvimos unas 16 horas abandonados a nuestra suerte. Nadie de la embajada se desplazó a Luxor, donde estaba el barco, y cuando llegamos a El Cairo el trato tampoco fue exquisito. -¿Tienen alguna herida física además del susto y el cansancio? -No, tanto mi mujer como yo estamos en per-fecto estado. Deseando volver a casa, eso sí. -Toda una aventura el regreso ¿no? -Un poco la verdad. Llegamos el viernes por la tarde a Zaragoza y de ahí partimos en autobús a Madrid donde nos quedamos en un hotel. Después, hasta casa en nuestro coche. Y todo eso vestido con un mono de mecánico prestado y una bolsa de plástico, porque en el accidente lo perdimos todo.