Soporífera torre de Babel
El caos se adueña de la Conferencia de Donantes para Irak organizada en Madrid. En lo único que España sí dio la talla fue en el servicio de comida ofrecido a asistentes y periodistas
Cientos de periodistas sesteaban ayer en una inmensa sala de prensa a la espera de una noticia que llevarse al cuaderno o al ordenador. Sequía total. La caótica organización de la conferencia dejó aislados en un edificio a los 1.300 periodistas acreditados mientras los protagonistas debatían en otro. Las draconianas medidas de seguridad llevaron al absurdo de que fueran los entrevistados los que tuvieran que desplazarse al edificio de los entrevistadores y no al revés. Redactores americanos, europeos y asiáticos se agolpaban estupefactos ante una pantalla en la que un portavoz se expresaba en árabe sin que nadie tradujera lo que decía. Las intervenciones se sucedían sin que fuera posible adivinar quién era la persona que hablaba. Como si de una caprichosa y velada alusión a Irak se tratara, el foro era lo más parecido una torre de Babel. La desorganización del foro contrastaba con la perfecta organización del cátering. Tanto los participantes en la cumbre como la prensa tenían a su disposición cantidades ingentes de comida, bebida, café y todo lo que necesitaran. Al menos ahí, España si daba la talla. Con caos o sin él, penetrar en el recinto en el que se celebra la conferencia constituía una odisea. Desde las 7 de la mañana cientos de tanquetas de la policía tenían tomado el Parque Empresarial Juan Carlos I. Imposible acercar-se en coche a menos de tres manzanas del edificio principal. Una vez allí, la necesidad no sólo de pasar por los arcos de seguridad, sino de hacer funcionar cualquier aparato electrónico que se portara, ralentizaba enormemente el acceso. Las amenazas de Bin Laden sobrevolaban la cumbre.