Las cinco explosiones, casi simultáneas, se dirigen contra los extranjeros y los confidentes iraquíes de la coalición
Una oleada de atentados suicidas de la resistencia provoca una masacre en Irak
La sede de la Cruz Roja fue atacada con una ambulancia bomba al comenzar el Ramadán
El Ramadán, el mes de ayuno musulmán, comenzó ayer con una de las jornadas más sangrientas que se han vivido en Irak desde el final de la guerra. Al menos 43 personas murieron (entre ellas dos niños y 19 mujeres) y más de 250 resultaron heridas en cinco atentados suicidas perpetrados de forma casi simultánea en Bagdad. El más grave de ellos se produjo en la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), el primer ataque cometido contra esta organización desde los años ochenta, cuando comenzó sus actividades en Irak. Los otros cuatro fueron perpetrados contra cuatro comisarías de policía de la capital iraquí. Los cinco atentados se produjeron en apenas tres cuartos de hora, entre las 08:30 y las 09:15 locales (dos horas menos en España), y todos ellos fueron atentados suicidas. El atentado con coche bomba contra la sede de Cruz Roja en Bagdad habría sido perpetrado con una ambulancia. Media hora después se escuchó otra explosión, y a partir de ahí comenzó la racha, que habría sido más grave si la Policía iraquí no hubiera detectado en el barrio de Al Yadida un automóvil cargado con una tonelada de explosivos y que, según el viceministro del Interior, Ahmad Ibrahim, estaba conducido por un sirio. Durante toda la mañana, Bagdad, una ciudad en la que residen cerca de cinco millones de personas, se vio turbada por el constante sonido de las sirenas de las ambulancias, los coches de policía, y las columnas de humo negro. Demasiadas versiones Respecto a los autores de los atentados, las versiones no están claras ni siquiera para los militares estadounidense. Por una parte, el general Mark Hertling dijo que «hay indicios de que algunos de estos ataques han sido obra de combatientes extranjeros». Ésa no es la opinión del comandante de la Cuarta División de Infantería del Ejército estadounidense, el general Raymond Obierno, quien, en una intervención por videoconferencia desde su cuartel general de Tikrit -feudo del antiguo régimen (180 kilómetros al norte de Bagdad)-, afirmó que los extranjeros representan solamente un «débil, un muy débil porcentaje» de resistencia en Irak. «Mi intuición es que estos atentados fueron perpetrados por antiguos leales a Sadam Huseín», explicó el general. Lo cierto es que la simultaneidad de los atentados revela que existe una verdadera organización y un vivero de kamikaces dispuestos a sacrificar sus vidas para complicar la vida a las tropas de la coalición. Estas discrepancias y este aparente intento de minimizar la gravedad de los atentados posiblemente revelen el nerviosismo que se vive tanto entre las tropas de la coalición como entre los iraquíes que colaboran con ellas, contra los que también parecen dirigidos los atentados. Otro síntoma de este nerviosismo lo refleja la reacción en ocasiones precipitada de los soldados cuando se sienten amenazados. Cuatro civiles iraquíes murieron tiroteados por soldados estadounidenses después de que estallara una mina. «Cuanto más éxito tengamos sobre el terreno, más nos atacarán los terroristas» GEORGE W. BUSH Presidente de los Estados Unidos