El Foro de Madrid pide más democracia en el FMI
Clinton: «No podemos matar y ocupar a todos nuestros adversarios»
El ex presidente de EE.?UU. pide que la Otan tome el mando de las operaciones en Irak
Bill Clinton abogó ayer, tras el mortífero atentado que costó la vida a 15 soldados norteamericanos en Irak, por «internacionalizar» el conflicto, poniendo las operaciones bajo mando de la Otan, con la autorización de la ONU. El ex presidente estadounidense aseguró que de esta forma se podría reducir la presencia de tropas de su país y lograr el apoyo de los países que «se opusieron más al calendario que a la misma intervención». Pero se mostró contrario a la retirada norteamericana de Irak, «porque ya hemos contraído un compromiso de futuro con los iraquíes». Aunque manifestó que «nunca hemos sido una potencia ocupante y no vamos a empezar a serlo ahora». Clinton no se limitó a criticar, sin nombrarla, la política unilateralista de su sucesor, George Bush, en Irak, sino que también pidió un «esfuerzo más agresivo» en Afganistán, donde se refugian miembros de Al Qaida, «que fueron los responsables del 11-S». El ex mandatario marcó distancias con Bush. «No podemos matar, ocupar y encarcelar a todos nuestros adversarios», dijo y añadió que «si Estados Unidos colabora en luchar contra la pobreza y el sida, por la escolarización de los niños, estaremos construyendo un mundo mejor con menos terror». El anterior inquilino de la Casa Blanca afirmó que era partidario de haber dado más tiempo al jefe de los inspectores de la ONU, Blix, para que terminara su trabajo antes de atacar a Sadam Huseín. Al ser preguntado por la estrecha relación de Aznar con Bush, Clinton respondió que cuando él era presidente «España fue un gran aliado, no es algo nuevo». En su opinión Estados Unidos, Gran Bretaña y España deben estar en el mismo lado que Francia, Alemania y Rusia. Clinton ha participado en la II Asamblea del Club de Madrid, que acabó ayer con un llamamiento hehco público por su presidente, el brasileño Fernando Enrique Cardoso, a la democratización del Fondo Monetario Internacional para que dé más peso a los países emergentes, que tienen menos votos.