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En Qalquiliya, los campesinos han perdido el 45 por ciento de sus tierras por la separación

Miles de palestinos se lanzan a las calles para protestar contra el Muro

Más de veinte países se solidarizan contra la valla de seguridad levantada por Israel

Varios manifestantes palestinos cruzan una zona del Muro de Cisjordania en obras

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Eugenio G. Gascón - jerusalén
León

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«Aznar también es culpable de lo que pasa aquí. Aznar está aliado con Bush, Blair y Sharon», sentencia Aisa, de 67 años. Hay muchos palestinos que, como Aisa, hacen responsable de su dramática situación no sólo a Israel sino también a Occidente. La alianza de Estados Unidos con Israel se percibe aquí como un pacto diabólico, y el apoyo que Blair y Aznar ofrecen a Bush en Iraq se interpreta como una acción en contra de los palestinos. Miles de personas salieron ayer a las calles de las principales ciudades de Cisjordania y Gaza para protestar contra lo que ya se llama el Muro del Apartheid, un muro de hormigón y alambradas electrificadas que Israel construye en Cisjordania. Junto a ellos, también se produjeron movilizaciones en 22 países de todo el mundo. A la manifestación de Qalquiliya, al norte de Cisjordania, acudió el alcalde Maaruf Zahran. «El muro ha partido a las familias. Hay matrimonios en los que el esposo y la esposa viven a cada lado del muro. La situación es intolerable», dice el alcalde. «La agricultura se ha venido abajo. Los campesinos han perdido el 45 por ciento de la tierra. En teoría disponen de permisos para pode cruzar el muro y cultivar su tierra, pero cuando llegan a las puertas los soldados les dicen que el área se ha declarado zona militar cerrada y les obligan a volver a sus casas», explica el alcalde. Qalquiliya es una ciudad de 43.000 habitantes y otros tantos viven en los pueblos de alrededor. Ahora Qalquiliya está completamente cerrada y sólo tiene un punto de acceso que controlan los militares. En Qalquiliya 8.000 familias viven de la ayuda que reciben de la ONU y de la Cruz Roja, unos 50 dólares al mes. La manifestación, que partía desde el ayuntamiento, llegó pronto al muro. El trayecto apenas dura diez minutos. Allí los jóvenes realizan pintadas y colocan carteles. En un cartel se lee «Permitid a los campesinos que cultiven su tierra». Desde una torre vecina los soldados vigilan el movimiento de los manifestantes. En Qalquiliya se ha quedado Ali, de 23 años. No quiere problemas con los israelíes y por eso no ha acudido a la manifestación. «No he ido porque luego los israelíes ven a la gente por la tele y les crean muchos problemas».

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