Diario de León

El mandatario norteamericano vuelve a Washington sin haber visto a un solo ciudadano

Bush y Blair advierten que no serán intimidados en su lucha contra el terrorismo

El presidente de EE.UU. finaliza su polémica visita a Londres con una cerveza sin alcohol

Bush y Blair comieron en un pequeño restaurante inglés y tomaron cerveza sin alcohol

Bush y Blair comieron en un pequeño restaurante inglés y tomaron cerveza sin alcohol

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Imanol Allende - corresponsal| londres
León

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La visita de George W. Bush, o quizás más apropiado la reunión de crisis, pasará a la historia de la política internacional como la primera visita de estado de un mandatario norteamericano al Reino Unido en la que no llegó a ver a un solo ciudadano británico. Los tres días que Bush y su esposa han permanecido en Londres, hospedados en Buckingham Palace, se han desarrollado a espaldas de los ciudadanos, cobijados por la pompa y las medidas de seguridad, por la espalda y el pelo tieso de cientos de agentes secretos y de policías que han mantenido la capital Londres en un estado de excepción. Incluso cuando ayer, en su última jornada en Inglaterra, Bush viajó en helicóptero hasta la circunscripción del primer ministro Tony Blair en Sedgefield, la primera pareja norteamericana estuvo rodeada y aislada de los británicos por más de 1.000 agentes de policía. Sólo en los postres de su periplo por Inglaterra Bush se pudo permitir el lujo de «intimar» con los «nativos», visitando un pub en el centro de Sedgefield, donde almorzó «fish and chips» con puré de guisantes y una cerveza sin alcohol en compañía del matrimonio Blair. Allí pudo charlar con unos 70 vecinos elegidos a dedo para la ocasión y al final con quien más tiempo se entretuvo fue con un tejano que vive en la localidad. El circo de periodistas y agentes secretos, en momentos era imposible distinguir a unos de otros, se trasladó ayer a la campiña inglesa y en lo que tenía que haber sido un último brindis por el éxito de la operación militar en Irak se convirtió en un trago rápido en un bunker, asediados por los gritos de protesta de unos 500 manifestantes que se trasladaron hasta Sedgefield para continuar la protesta de los últimos días. «Los últimos tres días han sido una oportunidad interesante para reflexionar», indicó Blair en tono derrotista. Quizás tenía que haber prevalecido la humildad y haberse desconvocado la visita, y así no tener que recurrir a otra matanza, esta vez en Estambul, para disculpar errores pasados. Bush indicó durante su comparecencia ante la prensa que poco antes de abandonar por la mañana Londres y de despedirse de la Reina de Inglaterra, habló por teléfono con el jefe del gobierno turco, Tayyip Erdogan, a quien ofreció la ayuda y colaboración de Estados Unidos. Bush volvió a indicar que «nosotros, Blair y él, no nos dejaremos intimidar, tenemos un trabajo que hacer, derrotar al terrorismo, por lo que colaboraremos con cualquier país que luche por la libertad, como el Reino Unido». Bush aprovechó para lanzar un piropo a Blair. «Este país es afortunado por contar con un premier que ve con tal claridad cuáles son los mayores peligros del siglo XXI», dijo Bush. Blair le respondió que «los terribles atentados de los que hemos sido testigos nos refuerzan nuestra determinación de hacer lo necesario para restaurar el orden y la justicia».

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