Washington pide a sus inspectores de armas que combatan a los rebeldes

Aunque sin reconocerlo oficialmente, Washington parece resignarse cada vez más a reconocer que no encontrará en Irak las armas de destrucción masiva que supuestamente escondía Sadam y que sirvieron de motivo principal para desatar la guerra. De forma sigilosa, el Pentágono está ordenando a varias docenas de los expertos en inteligencia que envió a Irak para buscar las elusivas armas biológicas y químicas que cambien de objetivo y ahora se dediquen a seguir la pista de aquellos rebeldes que están atacando a las tropas estadounidenses estacionadas en el país. En las últimas semanas se han producido hasta 40 ataques en un día contra tropas estadounidenses en Irak y los altos mandos han reconocido que hasta ahora poseen escasa o nula información acerca de la identidad de los atacantes. Una parte de los lingüistas y analistas de inteligencia que forman parte del equipo de 1.400 expertos que están buscando las armas de destrucción masiva en Irak ya no reciben sus órdenes de David Kay, el especialista de la CIA, sino del general Keith Dayton, para dirigirles a tareas de contrainsurgencia. Los oficiales estadounidenses creen que existen al menos unos 5.000 rebeldes en territorio iraquí dispuestos a atentar contra sus tropas, y se cree además que la mayoría de ellos son ex miembros de los servicios de inteligencia iraquíes y otros organismos directamente vinculados con Sadam. Pero a pesar de que ya han pasado siete meses desde que acabaron las principales operaciones de combate, aún se desconoce la identidad y capacidades reales de esas personas. Una de las razones de ese desconocimiento radica en la falta de intérpretes de árabe para llevar a cabo mayores pesquisas entre la población.