Italia propone un reparto de poder en la UE que perjudica aEspaña

El ministro italiano de Asuntos Exteriores y presidente en ejercicio del Consejo de Ministros de la UE, Franco Frattini, anunció ayer que la presidencia italiana presentará hoy una nueva propuesta global sobre la Constitución en la que no se modifican los porcentajes de la doble mayoría en el sistema de voto en el Consejo de la UE y que la Convención fijó en la mitad de los Estados miembros (50 por ciento) con el 60% de la población. Un resparto de poder que rechaza España. La cumbre del viernes y sábado deberá abordar por lo tanto, en un esquema del «todo o nada», este asunto sobre la manera de decidir en la UE que enfrenta abiertamente a España y a Polonia con los principales socios de la UE, con su núcleo fundador y con una amplia mayoría de sus miembros, presentes y futuros. España no va a presentar ideas para desbloquear la discusión. Lo confirmaron ayer en Bruselas fuentes diplomáticas. Lo que los líderes comunitarios tendrán sobre la mesa del Consejo Europeo no será -o al menos no sólo- una cuestión de porcentajes para establecer minorías de bloqueo, sino el darle a un sólo país, Alemania, el 45,6% de la capacidad de veto. Tomada la cosa a la tremenda se podría utilizar una metáfora de golpe de Estado para definir la situación. Resulta que el canciller Schröder, cuyos apoyos rondan actualmente el 25% del electorado alemán, y que tiene que gobernar su país en coalición con los Verdes -una fuerza política minoritaria- porque no ha sido capaz de cosechar una mayoría suficiente en torno a sus ideas y sus modos de hacer, dispondría, con la Constitución Europea, de un poder que sus conciudadanos le han negado. Y ejercería ese poder no sólo sobre sus gentes (cada vez hay más asuntos domésticos que se deciden en Bruselas), sino sobre el conjunto de la Unión Europea, un tinglado de talla continental y 500 millones de personas en 2007. Chirac y Schröder perfilarán hoy en París una estrategia sin fisuras para la cumbre de Bruselas. Los dos líderes apuran las últimas horas para diseñar una estrategia que les permita vencer las resistencias de España y Polonia. Pero el Gobierno de Aznar ha anticipado ya que dirá que no. Una apuesta política de muy alto riesgo: España puede quedar marcada por media o una década como el socio asistido por los fondos comunitarios que dinamitó el primer proyecto de Constitución Europea.