Francia y Alemania aumentan la presión que ejercen sobre España y Polonia, que no ceden
París y Berlín amenazan a Aznarcon una «Europa a dos velocidades»
Chirac y Schröder no aceptarán un acuerdo «a cualquier precio» sobre la Constitución de la UE
El eje París-Berlín confirma su perfecta sintonía a tan sólo dos días del inicio de la cumbre de Bruselas. El presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán Gerhard Schröeder dejaron claro ayer en París que no aceptarán «un acuerdo a cualquier precio» sobre la Constitución Europea, en clara referencia a los intereses que defienden conjuntamente España y Polonia. Ambos mandatarios no descartan que puedan producirse gestos de aproximación, pero el ánimo es en principio escéptico. «No podemos imaginar que uno o dos países bloqueen los progresos del conjunto. Espero que podamos alcanzar un acuerdo, pero no estoy seguro», afirmaba un Chirac decidido a defender hasta el final el texto preparado por la Convención europea que presidió el ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing, un documento que defendió como «equilibrado, ambicioso y completamente de acuerdo con la visión que tenemos de la Europa del futuro». Chirac, como Schröder, barajan abiertamente lo que su acólito belga, Guy Verhofstadt, ha venido diciendo estas últimas semanas: que si la Constitución Europea fracasa en la cumbre, el eje franco-alemán promoverá una Europa a dos velocidades, con niveles de integración distintos. Los dos dirigentes europeos tienen claro que la Comisión Europea debe ser plenamente operativa. «Para que Europa pueda utilizar todos sus medios y jugar su papel en el mundo es necesario que los sistemas de voto se organicen de tal manera que un solo país no tenga la posibilidad de bloquear el conjunto del proceso», aseguró el canciller alemán. Los dos grandes de Europa quieren hacer valer hasta el final su peso demográfico frente a las pegas planteadas por españoles y polacos. «Nuestra preocupación es que la Constitución exprese claramente que, si los Estados son iguales, las diferencias en términos de población se toman en consideración como es perfectamente legítimo en un sistema democrático», dijo Schröeder, que a pesar de los obstáculos evidentes hacía juegos de palabras sobre su estado de ánimo ante la cita de este fin de semana. «Se puede ir a Bruselas como un escéptico optimista o como un optimista escéptico y yo me veo más en el papel de un optimista escéptico». Pase lo que pase, nadie quiere dramatizar la posibilidad de una falta de acuerdo que concluya en fracaso. El canciller alemán dijo no plantearse esa hipótesis porque acudirá a la capital belga con toda su energía para que ese consenso sea posible. Francia no tiene dudas de que en el caso de que la cumbre se salde con el fracaso, Europa seguirá avanzando a pesar de todo. La cooperación franco-alemana, reforzada por los planteamientos comunes ante la guerra de Irak, sigue gozando de una salud excelente según el canciller y el presidente de la república.