Chirac y Schröder invitan a Blair a pactar la Constitución sin Aznar
Cuando la construcción europea tropieza con alguna dificultad en apariencia insalvable, los líderes de Francia y Alemania se reúnen aparte para dar con la solución. Ocurrió muchas veces en la historia. La última, el año pasado, cuando el presidente galo, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, pactaron en solitario el coste que tendrá la ampliación de la UE a diez nuevos países y el montante de las ayudas agrícolas hasta el 2007. A los países restantes no les quedó más remedio que bendecir el pacto. Esta vez ocurre algo parecido. La UE tiene que dotarse de una Constitución, pero hay dos países que amenazan con vetarla -Polonia y España-, pues el texto que está sobre la mesa consagraría su pérdida de poder político. Ante tamaño obstáculo, Chirac y Schröder volverán mañana a desayunar juntos, minutos antes del inicio de la cumbre europea, pero esta vez también invitarán a croisanes al primer ministro británico, Tony Blair. El encuentro de los tres grandes de la Unión ha provocado suspicacias en la presidencia italiana de la UE, es mirado de reojo por los pequeños países, algunos de los cuáles recelan del directorio de los grandes, y no acaba de agradar tampoco a España, que teme que el eje franco-alemán arrastre hacia sus posiciones al Reino Unido, el único de los grandes países que eventualmente podría apoyar a Madrid y a Varsovia en su rechaza a la parte clave del proyecto de Constitución: el reparto de votos en el Consejo. Sin embargo, oficialmente la reunión trilateral tiene únicamente por objeto dar una señal de apoyo a la presidencia italiana para que este fin de semana se pueda fijar el texto definitivo de la Carta Magna europea. «Es muy importante, precisamente si creemos que este encuentro debe ser un éxito, que los países considerados grandes se reúnan y reafirmen su apoyo a la presidencia italiana», explicó la portavoz del Gobierno alemán. El Gobierno galo, por su parte, trató ayer de restarle hierro a este encuentro, quizás para que los pequeños países no tengan la sensación de que existe un directorio de grandes países. Por su parte, Berlusconi anunció que se guarda un as en la manga y que hará una oferta «de último minuto» para satisfacer a España. El primer ministro italiano rechazó ayer «por arrogante» la amenaza de Francia y Alemania de una Europa de dos velocidades. «Tengo una propuesta en el bolsillo, que reconoce a España y Polonia como grandes países. Ya veremos si la aceptan», dijo.