Las posiciones cerradas de los presidentes de Gobierno no permiten vislumbrar un consenso sobre el documento
La Europa de los Veinticinco mantiene su bloqueo al proyecto de Constitución
Berlusconi presenta hoy una oferta para satisfacer a España y Polonia
Un confesionario, por el que fueron pasando los principales líderes políticos para expresar sus inquietudes. Esa fue la técnica de la que se valió Silvio Berlusconi, presidente de turno de la Unión Europea (UE), para intentar alcanzar un compromiso en torno a la Constitución y al poder que tendrá cada Estado miembro. Pero los líderes comunitarios mantenían anoche sus «líneas rojas» y posiciones muy cerradas, hasta el punto de que podría condenar al fracaso la cumbre de Bruselas. La apertura del debate constitucional estuvo rodeada de un talante constructivo, pero todavía se vieron posiciones muy alejadas en los puntos más conflictivos: número de comisarios, la decisiones en política exterior y fiscalidad, y el reparto de poder en el Consejo. La fórmula que utilizará Berlusconi para arreglar este impasse era anoche desconocida, seguramente porque se resignaba a retocar su estrategia a golpe de reuniones bilaterales. Fuentes comunitarias manifestaron que en el debate se toca de todo, desde el Pacto de Estabilidad del euro hasta compensaciones a España, por ejemplo de la sede de la agencia de seguridad alimentaria, que en su día se reclamó para Barcelona. «Resulta inaceptable» hablar de ofertas de este tipo, recalcaron fuentes diplomáticas hispanas. Blair, Aznar, Schröder, o Chirac fueron algunos de los que pasaron ayer a confesarse con Berlusconi, y por las declaraciones hechas por líderes como el francés a la salida, resulta palpable que el acuerdo definitivo no está próximo. Chirac dijo que su país «no aceptará un proyecto desnaturalizado respecto a la visión de los seis fundadores», a lo que la ministra española de Exteriores, Ana Palacio, respondió que «ni los países más poblados, ni los fundadores, ni los que entren nuevos pueden secuestrar el interés europeo», advirtió. Polonia se resiste Polonia, pese a que su primer ministro, Leszek Miller, acudió al Consejo en silla de ruedas, volvió a mostrase determinada a defender sus intereses a toda costa y, los buenos entendedores, interpretan estas intenciones como un posible veto. En cualquier caso, los líderes europeos estarán hoy atentos a la varita de Berlusconi, a la propuesta que guarda «en el bolsillo», como él dijo, para ver si se obra el milagro. El Consejo Europeo de Bruselas entró por la tarde en una fase de pesimismo y frustración, al constatar los líderes europeos que el primer ministro polaco, Leszec Miller, mantenía, en el debate sobre el reparto de poder en el Consejo, una posición ajena a cualquier razonamiento. España no parecía un problema mayor para la consecución de un acuerdo. «El Consejo Europeo sabe cómo contentar a España y, llegado el momento, lo intentará».